domingo, 9 de octubre de 2016

LAS MONTAÑAS DE BUDA


"Aprender a vivir es
aprender a desprenderse".
Sogyal Rimpoché,
El libro tibetano de la vida
y la muerte.

Invitación a lecturas.
Libro: Las montañas de Buda
Autor: Javier Moro
Páginas: 273
Ilustración: Javier Masero
Ed. Círculo de Lectores, 1997 (Por cortesía de Ed. Seix Barral, 1997)

Libro al que vuelvo de vez en cuando, cuando no quiero olvidar los males de la “invasión”, con todas sus crueldades y que parecen eternos...

Las montañas de Buda narra el periplo de Kinsom y Yandol, dos monjas budistas de quince y diecinueve años condenadas a la terrible cárcel de Gutsa por cantar en público consignas independentistas.
Su historia es la historia de los juicios sin garantías y las torturas escalofriantes; el drama que, tras cuatro décadas de represión, sigue acechando a los miles de tibetanos que sueñan con la libertad y no acatan la doctrina de la República Popular China.
Novela que también es denuncia, en la que Javier Moro a través de esta hermosa historia, va reconstruyendo la historia verídica y silenciosa de dos jóvenes que mantienen encendida la llama de la fe y la dignidad de un pueblo milenario.

CAPÍTULO III
DÍAS DE LUNA Y DE VIENTO
(Fragmento) de libro: Las montañas de Buda.

(…) « En 1993 había siete millones y medio de chinos por seis millones de tibetanos. Una invasión demográfica que resulta cada día más catastrófica para el Tíbet. Hordas de chinos inmigran al país de las nieves siguiendo las consignas de los jerifaltes del partido comunista. Para que olviden los prejuicios de que el Tíbet es un desierto helado poblado de salvajes se les ofrecen jugosos incentivos: tres y cuatro veces el salario que ganan en China, créditos sin interés, alojamiento garantizado, abundantes permisos y vacaciones y hasta una especie de « subvención para respirar», un incentivo que compensa el hecho de que el Tíbet esté a cuatro mil metros de altura. Bosques enteros son talados para construir asentamientos chinos; bloques de cinco y seis pisos con luz y agua corriente surgen en todas las ciudades desfigurando el paisaje. Los barrios tibetanos disponen de electricidad sólo durante tres o cuatro horas, y eso a condición de que haya barrios chinos en la proximidad. De no ser así, no hay luz. Los inmigrantes se quedan con los negocios tradicionales tibetanos, como los restaurantes, las sastrerías, la construcción y las carpinterías. Así crece el número de mendigos. Uno de los efectos perniciosos de todo este proceso es que los tibetanos empiezan a dudar de su propia cultura, y en ocasiones hasta se avergüenzan de ella.

Esta invasión va acompañada de una política de genocidio sistemático. Nadie escapa a la inhumanidad de las medidas de control de natalidad, reforzadas desde un  informe de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai en 1989 aconsejó crear una fuerza especial de policía para practicar abortos en mujeres pertenecientes a minorías nacionales con una población de más de quinientas mil personas. Equipos sanitarios recorren el país de las nieves para hacer cumplir la ley. A esos equipos se les ofrecen incentivos económicos para realizar el mayor número posible de esterilizaciones y abortos. Hay testigos de escenas atroces en las que grupos de mujeres, incluso niñas de trece y catorce años, son llevadas a la fuerza en camiones hacia una clínica. En las zonas más apartadas, donde no hay hospitales, equipos de médicos y enfermeras chinos circulan en jeeps, seguidos por una camioneta que transporta el material. Parten en viajes de tres o cuatro meses y van de pueblo en pueblo buscando mujeres embarazadas de un tercer o cuarto hijo, a veces de un segundo. Al final de cada viaje, llegan a asumir unos dos mil casos. Los informes que denunciaban la realización de abortos forzados en mujeres en gestación avanzada fueron confirmados cuando aparecieron fetos de tres, cuatro y cinco meses en cubos de basura del hospital de Chamdo. El proceso ha llegado aún más lejos, hasta el aniquilamiento de recién nacidos de familias que ya cuentan con dos hijos. La madre da a luz, oye el llanto de su bebé y, una vez relajada y despierta, se entera de que su vástago ha muerto durante el parto. Una doctora tibetana ha confirmado que bebés sanos, bien formados, son sumergidos en cubos de agua y ahogados nada más nacer. «Las madres pierden la cabeza», agregó. Un médico chino, entrevistado por un comité investigador de derechos humanos, admitió que se vio forzado a matar a recién nacidos para cumplir su cuota de abortos. De lo contrario, hubiera perdido el plus económico fijado por tal actividad y se hubiera visto relegado profesionalmente. Para los tibetanos, que viven intensamente su fe budista, en la que acabar con cualquier tipo de vida constituye una terrible transgresión, el efecto de las medidas de control de natalidad es traumático y devastador.»

Un anciano cantaba:
...Nunca olvidaré el rostro de mis padres.
¡Oh, Joya de Sabiduría!
Mi país no lo han vendido, lo han robado...

🌸🌸🌸

Clarisa Tomás Campa.  © All Rights Reserved.

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias, Carlos, por tu agradable compañía en este trayecto literario, que al fin sólo es un intercambio de palabras.
      Feliz semana, my friend. ¡Salud!

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  2. Sra.Tomás Campa:
    su continuo combate en defensa de las minorías y de los más débiles, la enaltece y la convierte en ejemplo para las nuevas generaciones.
    No sabe Ud. lo que me agradan sus artículos.
    Cada uno lucha con las armas que puede y su elegante pluma -en este caso el teclado del PC- la convierte en adalid del verdadero feminismo.

    Le deseo SUERTE para que pueda continuar largo tiempo en tan noble empeño.

    Reciba mi felicitación y un atentísimo saludo,
    gonzalo

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    1. Estimado, Gonzalo, muy agradecida por sus hermosas palabras. Ser honestos con lo que sentimos y pretendemos es fácil, lo difícil es con estas simples palabras mías, lograr cambiar algo o mejorar algo... Pero en fin, como dijo Erasmo de Rotterdam: " es quizá pretender contar las arenas del mar..." Pero... ¿no es hermoso soñar?...
      Gracias por su presencia en este humilde espacio.
      Saludos.

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  3. Buenas tardes, Clarisa:
    Te leo y no sé qué comentarte más allá de agradecerte el que, con entradas como ésta, me ayudes a salir de mi perenne mirarme el ombligo.
    Una vez más, me siento afortunado de poder leerte.
    Una vez más, te trasmito mi más profunda admiración como persona y como escritora.
    Te deseo lo mejor, Clarisa.

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    1. Gracias, Nino, por todo cuánto me aportas. Yo también me siento afortunada, por contar con personas tan especiales y generosas como tú.
      Ay, estoy con tantas cosas, que no tuve tiempo ni de contestarte.
      Buen fin de semana, nos leemos. ¡Salud!

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  4. Me gusta leer las conecciones de las almas en el internet Te he leído en las palabras de Nino
    Es siempre un placer venir por tu blog
    descansar en tus letras
    aprender y crecer
    un abrazo

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    1. Gracias, Mucha, por acercarte y leer. Un placer, siempre, tenerte por aquí con tu encantadora compañía.
      Abrazos.

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