Imagen del filme: L'Ours (1988), del director Jean-Jacques Annaud. ¡Belleza!
"La belleza es la vida,
cuando la vida descubre
su rostro angelical y sagrado".
Khalil Gibran.
cuando la vida descubre
su rostro angelical y sagrado".
Khalil Gibran.
Cuando seas Naturaleza
sabrás cuánto duele
la vida,
cuánto mata el
derrumbe
en un día cualquiera
de ruinas.
Nada la sangre sobre
las tejas,
apenas levanta la
cabeza
ya es hundida de nuevo
en el sangriento combate arrollador.
Bulle la sangre,
sangra y se desliza
desde la raíz diminuta
hasta la hoja que acaba dando tumbos
en las profundidades.
Se derrama la sangre,
inundan los festejos
con ella,
y baja al redondel y se
pierde...
Vuela la vida blanca,
en las vallas
cuchillas,
en los saltos de
muerte.
No hay nada que
detenga el estoque
sobre el pecho del día
ingenuo,
pero él surge ilusionado,
alentado
por los cantos que
rumorean...
Y retumba la sangre
en su febril galope,
dentro de la boca,
y allá donde lo breve
se diluye.
Y vuelve el acero
cargado con su azote
para agujerear los
brotes
y secar los pequeños
instantes
donde el alma resbala y
se hace agua.
¡Agua, agua!... ¿Saciarás la sed de matar?
Cuando seas Naturaleza
sabrás cuánto sufre Tierra,
cuánto duele el núcleo
y el átomo.
Cuando nazcas en jaulas
y te arranquen los
ojos,
sabrás cuánto duele
un silencio,
cuánto quema el tronar
de los voceríos.
Cuando seas corteza
sabrás cuánto duelen
las manos,
cuánto sufren los pies
y los brazos,
cuánto duele la boca;
cuando quieras alzarte
y no llegues,
cuando quieras correr y
no puedas;
cuando intentes hablar
y te rompas,
cuando mueras de sed y
sin voz.
Ten valor, blanca rama,
que has nacido
escondida
entre el pecho de la
cumbre,
ten valor cuando llegue
la fiesta de los
taladores.
Ten valor, pequeña
luciérnaga,
cuando te abrume la
sombra feroz.
Ten valor, abedul
prisionero,
cuando lleguen los
fuegos
y destruyan la luz de
los bosques...
Ten valor, inocente quejido...
Tú que sufres el daño
fatal
y el constante sangrar y
el castigo,
un consuelo ha de darte
la vida,
de algún modo tendrás
libertad.
Amapolas del valle:
¡volad!
Y caerá de nuevo
la nieve en las
mejillas,
sonrosadas estampas
dibujarán los astros
con sus dedos,
y sobre los párpados ya idos,
besos marineros
endulzarán
lo que deja la
espuma...
Amanecerán otras
auroras sublimes
para acunar las
pequeñas tristezas
que vienen y van por
las venas del aire,
y se llenarán los
mares de azucenas
con las llamas
desprendidas de la sangre...
🌱🌱🌱
Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.
Este poema nació de una experiencia singular en un día lluvioso, los tejados rebosaban animales deshechos y flores tristes. Naturaleza se rebeló con señales de agua, imagino... Algún día quizá me atreva a contarla.