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jueves, 17 de marzo de 2022

DANZA PARA MISHA

 

Jóvenes ucranianos con traje tradicional (con vyshyvanka). Para un nativo o conocedor de dicho folclore, vestir la vyshyvanka (camisa tradicional) es un suceso especial, emocional y espiritual. Significa todo lo bueno. Simboliza amor, bienestar, salud, familia, decencia, festividad, belleza, tradición, patriotismo.

Danza para Misha

   Día veinte desde la invasión. Nuestra tierra se defiende, ¡sigue viva! Sobre el barbecho pisoteado retumba la guerra y deja muertos sin contar. Tenemos el pensamiento ametrallado, nuestra alma en una grieta que se abre y no cierra como la puerta del gallinero; los dientes llevamos apretados en las manos, a ratos saltan por los aires... En la frente nos han sellado la marca del refugiado. Nosotras, (mujeres tristes), madres, hermanas, hijas, nietas, tías, abuelas, sobrinas, ahijadas..., esperamos... Permanecemos en la casa familiar tejiendo redes de camuflaje y vendajes para los soldados. Al medio día han traído a Misha herido y sin aviso. Él es el soldado más joven de nuestra familia y estaba en la universidad cuando fue llamado a filas. La urgencia no le permitió despedirse.

   Nuestra puerta se abre y todos los ojos de la casa se alegran al verlo. El corazón de nuestra casa llora y canta como un verdadero cosaco de la estirpe Razin. Afuera nieva, caen trozos del cielo blanco y negro.
   !Estás vivo! Decimos al unísono las tristes mujeres de la casa.

   Nuestra dacha de cal y menta está hecha de trazos entrañables y cubierta de hazañas de los héroes que la defendieron; en sus paredes adornadas con fotos y recuerdos del pasado, descansa la bandera del abuelo Mijaíl como un legado siempre despierto; blancas cortinas con bellos bordados ondulan secretos de amores en las ventanas. Aquí se alza un hogar hospitalario y amable, donde el primero que se levanta cada día es su latente corazón, y canta con su bandura junto a las malvas del jardín. Nuestra casa abraza con ternura a nuestro soldado herido y él nos guiña con su rostro ingenuo, porque aún es casi un niño de pelo rebelde y piernas gráciles para el baile.

   Y entonces nuestros tres gatos del Bosque, los dos perros Siberian, las ocho gallinas de Poltava y el parral Merlot, se han acercado hasta el porche a saludarle. Misha, aún sin poder levantarse por su pierna machacada, ha tendido la mano con firmeza a cada uno de nuestros amigos, y con la voz entrecortada les ha manifestado su agradecimiento: «Дякую, дякую, друзі мої».

   El parral, algo pasado de vodka y tambaleándose de frío, le ha entregado un racimo de uvas prematuras a medio tintar. Los tres gatos le han regalado unas botas nuevas que habían robado a un rico comerciante ruso. Las gallinas le han ofrecido un solo huevo amarillo dorado, «están los tiempos escasos», han cacareado un poco avergonzadas. Nuestros dos husky han danzado para él una hopak con gracia kozakí. Y Misha, ha vuelto a sonreír... Ríe a carcajadas viendo los armoniosos saltos acrobáticos de Kay y Kyra... Y entonces ha chocado las palmas de sus manos como tambores impetuosos y ha hecho rugir contra el suelo la bota de su pie bueno... Hop, hop, hop... Kозаки !

   Y nosotras, llenas de sorpresa, le hemos entregado un pañuelo de lágrimas de rosas entre suspiros... Gracias a los pajarillos del huerto de Sveta, que se han puesto a cantar como locos sobre el viejo nogal y han animado nuestras voces; y así, inflamadas de esperanza, hemos comenzado a cantarle una canción de bienvenida que habla de una casa blanca, mientras la tetera silva y el pan se tuesta... Hop, hop, hop!

Хата моя, біла хата,
В білому світі одна.
Пахне любисток і м’ята,
Мальви цвітуть край вікна”.
🌻🌻🌻
Clarisa Tomás Campa.  © All Rights Reserved.

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!   
Note: Queridos lectores, amigos de esta orilla, gracias a todos por vuestras lecturas, palabras y cariños. Hoy me acordé de Mayakovsky, nuestro poeta ruso admirado, ahora y siempre. A él, que anduvo siempre entre guerras y que estará al lado de los sabios que no aguantaron, le dedico este relato, estas canciones, esta esperanza en que los días del mundo cambien. Aunque el mundo siempre anda manchado de sangre y matando libertades ¿será que el sufrimiento de lo vivo es la fuente donde beben las estrellas? Ah, ellas, las libres... Las buenas. Y cantad, cantad, para que vengan a la ventana los gorriones... 🌞🙏🌻🤗 Y es que a veces una canción nos eleva y salva... 



domingo, 9 de agosto de 2020

LA PASEADORA DE MUÑECAS

Imagen de: Monika Sandrová (Praga, República Checa).



La paseadora de muñecas

   Fue a finales de julio. Recogíamos los primeros girasoles  de Ucrania en nuestros recuerdos de maletas exprés. En la calle principal del pueblo fronterizo con Polonia, donde el viento aúlla casi siempre, hacíamos las últimas compras para la vuelta. Y al salir del centro comercial, cargados con regalos y ramos de kalina, nos topamos con una anciana desafortunada que cuidaba su carrito de bebé sobre la acera, mientras sonreía a la gente que pasaba. Ella era muy pequeña y vestía su pobreza sin mascarilla. Parecía una niña arrugada con su pañuelo anudado al cuello y sus dos cuevas brillantes.

   Me acerqué para ver qué había debajo de una mantita con pequeños girasoles bordados, ya desdibujados por el tiempo y la suciedad. Había tres muñequitos. Una muñeca rubia, con la melena desaliñada y sin un ojo; otros dos muñecos ya calvos, desnudos y sin brazos. Ella, al acercarme, los abrigó hasta los ojos y colocó con cariño unas mascarillas descoloridas sobre sus cabezas. Desde su curvatura y pequeñez me miró con dulzura, extendió su mano como un cuenco tembloroso y me pidió algo de comida.
   —Їжа, їжа ... дякую. Бог заплатить вам (Comida, comida... Gracias. Dios se lo pague).
   — сама, сама... (sola, sola).
  En el carrito dejé unos melocotones y una porción de medovik (pastel de miel) que había comprado para Sveta. En su mano dejé 30 grivnas. Ella sólo repetía: "Дякую, Дякую"... (Gracias, gracias). Desbordaba bondad y ternura, casi irresistible...

   Después, en la cena, al comentar nuestro encuentro en la casa familiar, Yuri, nos contó la triste historia de la “Маленький божевільний” (Pequeña loca). La mujer, que no tenía parientes, enviudó joven y quedó con sus tres niños sola. Al siguiente invierno de su tragedia los niños enfermaron de un virus desconocido y murieron. Fue un shock para su mente. Ella se quedó en aquel día, en un tiempo de crianza permanente.
   Desde entonces pasea a sus niños en un carrito de bebé destartalado, camina las calles sin prisa pidiendo comida, sola y sola. Ya pasaron más de sesenta años. Pero jamás la ven llorar. Todos saben que es una iluminadora, incluso creen que da buena suerte mirarla porque en sus ojos, dicen, hay algo de dios que casi ciega. 

   También yo recordaré su imagen sin mascarilla por mucho tiempo.

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Clarisa Tomás Campa.  © All Rights Reserved.


Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!


viernes, 29 de marzo de 2019

UN PIZARRO EN PRAGA



Un Pizarro en Praga


    Detrás de la puerta un pequeño de siete años miraba por el agujero de la cerradura. Se oían pasos agitados, gente corriendo sobre las puntiagudas piedras recién lloradas.
  Un golpe fuerte aporreó la madera. El niño se asustó y apartó su cara. Desde afuera, una voz cruel llamó: «¡Manuel Pizarro!»
  El padre, con los ojos temblorosos, miró al niño y le dijo en voz baja: «Escóndete en el pajar detrás de los burros. ¡Corre!»
  Se abrió la puerta. Se oyó un golpe seco y un: «¡atad al rojo y ponedle la venda bien fuerte en los ojos! ¿Creías que ibas a escaparte? !Tira!»
  El ruido fue alejándose y la calle silenció sus piedras. El niño salió del escondite, corrió hacia la calle hambriento de respuestas. En medio de la calle quedó solo. No había nadie en las ventanas, nadie a quién preguntar. Todas las puertas cerradas.
  Pasaron noches invernales y noches de soledades pálidas sobre la calle sin voz. Pasó el tiempo ojeroso arañando el dolor vivo sobre su piel. El niño cumplió diecinueve años. Dejó de mirar a las piedras asustadas de la calle y dejó de esperar a su padre. Dejó de llorar. Miró sus pies desnudos que ya se hallaban en un camino extranjero...

   Después de doce años trabajando por un trozo de pan para el señor alcalde y dueño de casi todos los olivares del pueblo, decidió cerrar la puerta de su casa huérfana, para siempre. Le dio las gracias al delator por haberle dejado ir al colegio algunas veces, por haberle regalado las ropas usadas de uno de sus hijos durante aquellos años de servidumbre. Pero aquel joven sabía con certeza, que el viejo alcalde jamás redimiría la culpa de aquella noche delatora. Su venganza sería irse lejos y no volver nunca a la patria sin memoria. Una patria que no había tenido interés en contarle las verdades que ocurrieron en las calles empedradas. Aquel año de 1948 se reabrieron las fronteras franco-españolas. Esta noticia fue de vital importancia para muchos jóvenes que quedaron huérfanos por la guerra como mi abuelo Román Pizarro.

  Por último se acercó a despedirse del río Tajo y dijo adiós para siempre al puente de Alcántara. Puente emblemático, aún manchado de sangre en las comisuras de sus piedras, donde en el 36 los fusiladores se jactaban del certero tiro en las cabezas. Desde allí tiraron a su padre y a muchos otros desaparecidos. Pero todo había quedado oculto y mudo, difuminado entre aromas de romero y jara bajo el sueño de Caesarina...

  Muchos años después, mi abuelo, nos contaba historias de la guerra de España, de la noche que se llevaron a su padre para siempre, de las calles de piedras de su niñez, mientras paseábamos por la plaza de la vieja ciudad de Praga. Mi abuelo nos decía con tristeza que, aquella guerra civil nunca se aprendió en las escuelas, y sin embargo, sentía un gran cariño por su tierra natal, estaba muy orgulloso de su origen español y de su apellido “Pizarro”. 
  Él siempre llevaba en las manos un pequeño libro de poemas del poeta Vladimir Holan. Le recitaba a las palomas con mimo, como si quisiera que sus palabras volaran por encima de los tejados y bajaran a beber en el río... Dolor y pena, recuerdos y añoranzas... ¿Quisieras ser de nuevo joven, vivirlo todo de nuevo?". Quizá porque se acordaba de otro río y de otra tierra de pizarras...

  Una tarde de mayo, la mirada de mi abuelo se fue con el río Moldava. Sus últimas palabras fueron: “uno es de donde ha aprendido a vivir”, recordando a su compatriota Max. Las palomas revoloteaban a su alrededor alborotadas, o quizá le recitaban ¿quién sabe? La fina y suave lluvia resbalaba en su cara, brillaba en las piedras del viejo puente...

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Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

(Esta es una historia de España que mi abuelo me contó. La historia está ficcionada para preservar el anonimato).

lunes, 27 de agosto de 2018

POR EL CIELO, A POLONIA

Gdansk, Polonia.
"Agito mi memoria,
tal vez algo en sus ramas,
adormecido por años,
salga de pronto volando".

"Pobudzam moją pamięć,
może coś w swoich gałęziach,
odrętwiałe przez lata,
wyjdź nagle voland ".

Wisława Szymborska. Escritora polaca.
(Premio Nobel de Literatura 1996).


Por el cielo, a Polonia

En la estación de embarque todo fue precipitado:
las maletas se adelantaron. Au revoir!
Mansas ovejas en la sala del matadero,
todas las maletas quedaron en Stand by.

Al pasar sobre las nubes se ven
atardeceres cobijados en sus lomos, sonrojados
de soles, esperan a las grullas en su vuelta de África;
—los ombligos se encogen, cosquillean los pies—.

La pequeña niña agita su mano con emoción
igual que un ala en su primera aventura.
¡Todo es tan ingenuo en las alturas!

La distancia en el cielo es un ojo fantasma, extraño;
con la misma pregunta sin respuesta parpadea,
se confunde entre millones de seres intrigados
en las ondulaciones del rumbo.

Se unen al viaje rumores del este, 
aleteos de pasajeros veloces,
tormentas aulladoras, eléctricas;
las grandes bocas de humo...

Recuerda a las líneas de salida de olímpicas carreras.
A una estampida en llamaradas en las dependencias del eco.
Todo se anuda, precipitado, al cuello del viento:
¡Ristras de pañuelos! Bienvenidas y adioses.

Todo sigue la corriente de un rutinario
de plegarias hasta su desembocadura.
Y entonces se abre la puerta tan esperada,
—la gran puerta donde arriba el viajero
ávido de indicios por descubrir—.

De par en par se muestra la ancestral memoria
en los ramales lucientes de su arboladura.
Las jaulas humanas, cercadas de pasado,
trasnochadas en violines de rojo y gris;

los barcos de guerra que ahora son palomas.
Nobles paraísos, iluminados,
vislumbran los sueños de la ciudad cautivadora
de almas. Mon amour, Varsovia: Je suis ici! 

🌹🌹🌹

(Poème recueilli dans mon journal Voyage, Août 2018).


Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.

Palacio de la Cultura y la Ciencia de Varsovia. (Pałac Kultury i Nauki).

Krakowskie Przedmiescie.

Panorámica de Varsovia (Panoramiczny z Warszawy).

Gracias, lector.

Feliz tiempo, allá donde te encuentres...
Bon moment, où que tu sois...
Щасливий час, де б ви не були...
Szczęśliwy czas, gdziekolwiek jesteś...
Happy time, wherever you are...

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

Nota: Las imágenes de este post no me pertenecen, están tomadas de internet y solo tienen permiso para uso editorial. Gracias.

sábado, 28 de enero de 2017

EL TIEMPO PINTADO

Óleo del artista francés Paul Cézanne (1839-1906). "Montagne Sainte-Victoire" (1895).

Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.
La lluvia
ha borrado mis acuarelas,
pero sigo pintando en ti
y en los recuerdos...
Estoy llena
de vivos sentimientos.
Desde mi orilla.

El tiempo pintado

Cuando acariciaba flores,
 veía tierra sudorosa y grama.
Cuando lavaba sombras,
descubría pequeños brotes de sonrisas
a punto de ser sazón.
Cuando buscaba alondras,
las nubes encogían precipitadamente
y se volvían espejos luminosos,
ventanales donde mirar ausencias.
Cuando pintaba, solo me nacían montañas,
las montañas salían de mí y llenaban mi casa...

Pinté montañas tristes y arrugadas
con el carmín grosella de mi madre,
y ella las guardó en su regazo mucho tiempo,
decía que eran iguales que su tierra...
En la pared más vieja de la casa
dibujé una montaña temblorosa,
que se hacía elástica y graciosa
como una montaña recién salida de su cuna.
Mis hermanos la llamaban “monperroña”,
porque en las noches ladraba
y asustaba a los sueños...
El día que nos fuimos de allí,
la recuerdo aullando en el balcón...

Pintando, pintando, encontré unos zapatos
llenos de mundos por pincelar y, con ellos me estampé
en todos los muros que no pude saltar,
donde perdí el miedo y gané en audacia...
Le agradezco a los días sus ojos abiertos
que miraban por mí, despertaban en mí...
Nada es mejor que la vida despierta:
¡despertar y vivir!

Y en todas las migraciones mías,
encontré senderos fuera de sus órbitas
despegados de sus mechones
que vagaban con ilusión...
Una estrella habladora por aquí;
un planeta sin nombre por allá;
un cometa inquieto dando vueltas,
ráfagas de luces en espiral...

Ahora que ya no pinto montañas,
me nacen abedules y pájaros azules,
pinceladas agrestes sobre este corazón
que a ratos se emborrona...

Y siempre en mi deambular,
algún secreto se dejó descubrir
abriéndome los ojos de par en par.
Alguno vino a mí con mano generosa,
acarició mi pelo y me hizo un guiño,
y me quitó mi blusa de ignorancias.

*****
Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.

*****

Porque estamos llenos de vivos sentimientos...

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

jueves, 22 de septiembre de 2016

FORTUNA E INFORTUNIO DE WADADJÉ



Del libro: 
Contes et légendes de la Corne de l' Áfrique (Cuentos y leyendas del Cuerno de África).
Autor: Yves Pinguilly.
Ed. Anaya (2003).
Ilustración: Tino Gatapán.
Traducción: María Durante.

Entre el mar Rojo y el Nilo Azul, al este del continente africano, El Cuerno de África constituye un mundo aparte...
(…) todavía allí, hoy en día, existen lugares donde los cuentos y las leyendas siguen confundiéndose con la vida real”.

Hoy os comparto este precioso cuento (IV) del libro de Yves Pinguilly, libro que es una maravilla y que desde aquí lo recomiendo. Por supuesto, a los que estén interesados en la cultura africana y sus leyendas.
🌱🌱🌱

Fortuna e infortunio de Wadadjé

    Tal vez aquel fuera el país en el que los hombres leían el porvenir en las entrañas de las vacas... Siempre conviene estar enterado de las costumbres de un lugar antes de visitarlo.
   Varias veces al día, Wadadjé contaba y volvía a contar los ochenta táleros de plata y las veinte monedas de oro que tenía en el bolsillo. Caminaba, sin decirle a nadie si peregrinaba a La Meca o a Lalibela. El caso es que llegó a una ciudad, y allí se quedó a descansar y a pasar la noche.
   Al día siguiente, después de tomar unas gachas de avena y manteca, se disponía a reemprender el camino cuando, por primera vez aquel día, se le ocurrió volver a contar su fortuna. Nada. Tenía el bolsillo vacío. Por más que metió en él la mano izquierda, después de haber metido la derecha, allí no había nada. No tenía la ropa rota y no se la había quitado para dormir, y se había acostado del lado en que guardaba las monedas. Tuvo que admitir que ningún ladrón podía haberle robado su pequeña fortuna. ¡Así que él era el único culpable, el único responsable! Seguramente, las dos bolsas de monedas se le habían caído mientras corría en medio de las sombras de la noche en busca de cobijo.
   Se dirigió a un dabtara que le recomendó que se fuera a ver al sacerdote.
   El sacerdote escuchó lo que Wadadjé le contaba, y le dijo que intervendría una vez convenida una pequeña cantidad de dinero, cantidad que iría a parar a las arcas de la iglesia si se recuperaba la fortuna.
   El sacerdote ordenó inmediatamente que se proclamara la noticia, y antes de que el sol se encontrara en equilibrio en el punto más alto del cielo, todos los habitantes se enteraron de que un hombre había perdido dos bolsas llenas de táleros de plata y de monedas de oro. Se enteraron también de que quien las hubiera encontrado estaba obligado a devolverlas, bajo pena de excomunión y de no conocer jamás la dulzura del paraíso de los cielos.
   Azieb, al igual que los demás, oyó el mensaje del sacerdote. Ella había encontrado las bolsas muy de mañana, cuando volvía de comprar una qunna de teff.
   Mientras calentaba el horno y engrasaba la plancha para hacer una injera, se decía repetidamente: «Tengo que ir a devolver ese dinero, tengo que ir...». Extendió la masa formando una hermosa espiral sobre la fuente de barro y siguió diciendo: «Tengo que ir a entregar ese dinero, tengo que ir a». Cubrió la masa y dejó que se calentara. Cuando la injera estuvo cocida, la sacó del horno con un plato de mimbre. Luego Azieb, que llevaba una cruz tatuada en el cuello, se puso en pie y dijo:
   – Ahora mismo voy a devolver ese dinero.
Se untó el cabello con manteca perfumada y, cuando se vio guapa, se fue a ver al sacerdote que aguardaba delante de la iglesia, en compañía del dabtara y Wadadjé.
   – Aquí están las dos bolsas que encontré esta mañana. Tienen muchos táleros de plata y monedas de oro.
   El sacerdote cogió las bolsas, le dio las gracias y volcó las monedas en el suel. Contó ochenta táleros de plata y veinte monedas de oro.
– ¿No falta nada? – Preguntó el sacerdote.
Wadadjé, que estaba muy sorprendido de que le devolvieran lo que había perdido, miró por encima a Azieb y dijo:
   – ¡No puede ser, esa mujer me devuelve la mitad del dinero! Se ha quedado con la otra mitad...
   – No es verdad. Te he devuelto todo lo que encontré.
Azieb juntó las manos, alzó los ojos al cielo y repitió:
   – No es verdad. Te he devuelto todo lo que encontré.
Wadadjé pretendía que le devolviera lo que él no había perdido. Él pensaba que una mujer capaz de devolver una fortuna así con toda seguridad debía ser muy rica.
Él insistió. Y ella repitió:
   – Es todo lo que encontré.
  El sacerdote estaba muy molesto. ¿Quién decía la verdad? ¿El forastero que le había prometido una recompensa para la iglesia o aquella mujer con la cruz tatuada en el cuello? Ante el temor de no saber juzgar acertadamente, les comentó que acudieran al rey: él estaba acostumbrado a impartir justicia.
 Una vez en presencia del rey, Wadadjé hizo dos reverencias, dijo en voz alta y sonora:
    – Que Dios os muestre la verdad – Y a continuación declaró – : Tenía ciento sesenta táleros de plata y cuarenta monedas de oro. Esta mujer ha encontrado mis dos bolsas, pero solo me devuelve la mitad.
   También Azieb dijo en voz alta y sonora
     – Que Dios os muestre la verdad – Y a continuación explicó – : Yo he devuelto todo lo que encontré. « Todo» quiere decir «todo». No me he quedado con nada, no he robado nada.
  El rey les dijo que repitieran lo que habían dicho. Lo repitieron sin cambiar ni una sola palabra. El rey se quedó un momento reflexionando y, luego, sin consultar con ninguno de sus consejeros, dijo:
    – Tú, hombre, has perdido ciento sesenta táleros y cuarenta monedas de oro. O sea, que la suma que te devuelven no es la tuya. ¡Entrégasela!
Hablaba con la mucha autoridad. El sacerdote que acompañaba a Wadadjé tenía todavía las bolsas con el dinero. Se acercó al rey y se las entregó. El rey se volvió hacia Azieb y le dijo:
    – ¡Tú, acércate!
   Ella dio dos pasos e hizo una reverencia ante el rey. Este le dijo en voz alta, para que todos pudieran oírle:
     – Toma esta fortuna que has encontrado. Tuya es. Nadie la ha reclamado. No hay nadie en la ciudad que busque una bolsa con ochenta táleros de plata y veinte monedas de oro.
Azieb le dio las gracias y se fue a su casa a comer la injera en compañía de los suyos.
   Wadadjé se marchó de la ciudad, sin decir a dónde le llevaban sus pasos. Unos afirmaban que iba a La Meca, otros aseguraban que iba de peregrinación a Lalibela.

Ciclo de lecturas sobre cultura y leyendas africanas, 2016. (En un lugar de... ).
Gracias a todos.

🌱🌱🌱
Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!


miércoles, 29 de junio de 2016

PODER Y JUSTICIA

Justicia venciendo a Injusticia. Barroco. Francesco Solimena (1657-1747). 

Eterna rivalidad: Poder y Justicia🍃

Meditando sobre los acontecimientos recientes ocurridos en España en estas ultimas elecciones y el debacle de Europa, me quedo como Erasmo de Rotterdam, “viendo el escaso poder que tiene la razón sobre la realidad”.
Dice Zweig en su libro Erasmo de Rotterdam triunfo y tragedia, que : «Parecíale a Erasmo, muy alocada toda la confusa agitación del mundo y a dondequiera que lanzara su mirada encontraba realizado el sentido del soneto de Shakespeare:

El mérito nacido cual mendigo,
la indigente oquedad reverenciada,
mordaza para el arte quien gobierna,
privado de derechos el espíritu,
juzgada necia la honradez sencilla».

También estoy confusa.
Algunos países que conforman la UE, ya no quieren permanecer en el proyecto europeo; Reino Unido (Brexit),  no quiere formar parte y otros harán lo mismo. Quizá porque nunca hubo intención de crear un espacio común más humano donde la política solidaria fuera el principal eje, sino todo lo contrario; mas bien el experimento europeo nos ha traído a la actualidad aquel pensamiento egoísta que Maquiavelo proponía en su obra : El Príncipe. Donde cada “principe” de cada reíno de Europa ha pretendido para sí el más amplío poder.

Y España, por segunda vez, ha elegido un camino en el cual muchos españoles no cabrán en él, y otros se quedarán en las cunetas abandonados a su suerte. España no quiere políticas encaminadas a una mayor igualdad social. Ha triunfado como hemos visto la corrupción y todo lo que aleja, aún más, las clases desfavorecidas, es decir, a los perdedores; y se ha penalizado en las urnas a quienes aún no están viciados con las ansias del podio. A quienes luchan por hacer efectiva una sociedad más justa. Y todo parece un verdadero “juego de despropósitos”. No pretendo satirizar los males de esta sociedad actual, ni hacer crítica de nada, pues ante lo incomprensible, las palabras sobran y la verdad, estoy sin armas. Simplemente parece que se repite el mismo mal que viene desde antiguo: la estupidez humana. Es evidente que: “en España se premia lo malo”. Y no digo esto porque lo dijera un ilustre en otro tiempo y contexto teatral que nada tiene que ver, – y que era más bien conservador – cuyo nombre se repite en estos días, sino porque es una evidencia.

Hace unos días asistí a un desagradable suceso: el desahucio de una familia y sin un alternativa habitacional. Diariamente aún ocurren en nuestro país 67 desahucios. Por poner un ejemplo de uno de los males que arrastramos y que pudiéndose favorecer las herramientas para erradicarlo, “los poderes” no lo lo han permitido. La lista de males sociales, como todos sabéis, es larga. Y no hablemos de ayudar al prójimo, ya sea un vecino o un refugiado. ¿Será que todos llevamos un príncipe Maquiavelo dentro? ¿Será que el humanismo fue sólo un pensamiento sin acciones que se quedó en cobardía? Pero no, una parte de la sociedad no es cobarde, lo demuestra cada día en las calles rebelándose ante las injusticias y, ¿por qué no decirlo?, también ante la pasividad, la complicidad... Otros lo demuestran en su trabajo diario. Y ahora todos somos cómplices de aquellos males que no se arreglarán. Pues eso, que tenemos lo que nos merecemos.

Capítulo XXXI (Fragmento) de Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam.
«Veamos: Si alguien volviese la vista a su alrededor desde lo alto de una excelsa atalaya, como los poetas le atribuyen hacer a Júpiter, vería cuántas calamidades afligen la vida humana, cuán mísero y cuán sórdido es su nacimiento, cuán trabajosa la crianza, a cuántos sinsabores está expuesta la infancia, a cuántos sudores sujeta la juventud, cuán molesta es la vejez, cuán dura la inexorabilidad de la muerte, cuán perniciosas son las legiones de enfermedades, cuántos peligros están inminentes, cuánto desplacer se infiltra en la vida, cuán teñido de hiel está todo, para no recordar los males que los hombres se infieren entre sí, como, por ejemplo, la miseria, la cárcel, la deshonra, la vergüenza, los tormentos, las insidias, la traición, los insultos, los pleitos y los fraudes. Pero estoy pretendiendo contar las arenas del mar»... 🌊

Así, los eternos antagonistas se enfrentan de nuevo y parece que, prevalece el Poder. Siempre el poder... Maquiavelo está vivo.
Dice Stefan Zweig en su libro sobre Erasmo que: «mientras Erasmo deja a las generaciones venideras , como noble tarea, su legado espiritual de una concordancia europea, aparece uno de los libros más decisivos y osado de la Historia Universal, el famoso, Príncipe, de Nicolás Maquiavelo. En este manual, matemáticamente claro, de política de potencia y de buen éxito sin consideración a cosa alguna, están palpablemente formulados, como en un catecismo, los principios más opuestos al erasmismo. Mientras Erasmo exige de los príncipes y pueblos que subordinen, voluntaria y pacíficamente, en aras a la fraternal comunidad de todos los hombres, sus pretensiones egoístas e imperialistas, Maquiavelo eleva la voluntad de potencia, la voluntad de energía de cada príncipe y de cada nación hasta ser el supremo y único objeto de su pensamiento y acción (…) El extremo desarrollo de la propiedad individual nacional tiene que ser para ellos el único y visible fin propio y culminante de toda evolución histórica, y su realización, sin miramiento alguno, la más alta tarea dentro de los acontecimientos del mundo; para Maquiavelo el sentido final es el poder y el desplegamiento del poder, para Erasmo, la justicia».

¿No os recuerda este ejemplo de antítesis de pensamiento político y social a lo que está ocurriendo en nuestro país y en Europa?🌍

Para mí, las políticas conservadoras son el fiel reflejo de ese pensamiento de fuerza efectiva sin contemplaciones. Por el contrario, las políticas más solidarias y las social-demócratas, serían las reminiscencias de esa humanidad que aún pervive, quizá soterrada, bajo nuestra piel de humanos.
Una vez más comprobamos que, en la sociedad actual, prevalecen los intereses individuales a los comunes. La política, que no es más que el engaño mediante el cual los poderes, se proporcionan a sí mismos más poder y dejan unas migajas a la ciudadanía, haciéndoles creer que los derechos sociales tienen que ganárselos mediante los múltiples mecanismos de esclavitud que la misma sociedad genera, con la falsa ilusión de que son logros individuales, sirve, y muy bien, a su propósito. Todos los pobres del mundo deberían unirse para crear un vínculo de solidaridad juntos. Desterrar todo lo maquiavélico, o al menos, apartar de las instituciones y de los gobiernos ese empero legendario tan mezquino.
Es ingenuo y hasta ridículo pretender que las sociedades deberían aspirar a un gobierno que las hiciera felices. Como mínimo, que no te dejaran morir de hambre delante de un gran supermercado; o morir sin atención sanitaria, delante de un hospital; o morir ahogado en el mar, delante de un mundo tirado al sol en la playa...
Todas las personas tenemos iguales derechos adquiridos al nacer, sólo por el hecho de estar vivos. ¿Quién decide que un niño coma y otro no? ¿Quién decide el derecho de vivir bajo un techo, de caminar libremente, de tener acceso a la sanidad?... Estas cosas no deberían discutirse en nuestros días.
¿Será que el legado de Maquiavelo prevalece al de Erasmo? Será que esa idea del humanismo, la más sencilla y al mismo tiempo eterna, de que el supremo tema de la humanidad es llegar a ser cada vez más humana, cada vez más espiritual y comprensiva de Erasmo, se diluye en los brazos de las fuerzas del capitalismo voraz, que todo se lleva, incluso la oportunidad de ser humanos.
¿Será que lo que se ha perdido, perdido está?...
En fin, – permitidme esta licencia comparativa con varios siglos de diferencia – pero en España hemos elegido a Maquiavelo. Erasmo se ha quedado en su Elogio de la locura. 👀El espíritu de justicia, la anhelada unión de las naciones bajo el signo de cultura común, sigue siendo una utopía, no ejecutada, y acaso, nunca ejecutable dentro de nuestra realidad. «Pero en lo más profundo, siempre supo Erasmo que este perverso espíritu de la naturaleza humana, que el fanatismo había de destrozar su propio mundo benigno y su existencia».🐾

Anticipemos aquí lo que hace que Erasmo de Rotterdam, el gran olvidado, sea todavía hoy, y precisamente hoy , de tanto valor para nosotros: entre todos los escritores y creadores del Occidente fue el primer europeo consciente, el primer amigo de la paz, el más elocuente defensor del ideal humanístico, benévolo para lo mundano y lo espiritual. Erasmo amó muchas cosas que son queridas hoy para nosotros: la poesía y la filosofía, los libros y las obras de arte, las lenguas y los pueblos, y, sin hacer diferencia entre todos ellos, el conjunto de la humanidad, para el logro de una más alta civilización”.
Del capítulo: “Misión y sentido de la vida” de Stefan Zweig.
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✍📚Pequeño ensayo argumentado en ideas tomadas del libro de Stefan Zweig: Erasmo de Rotterdam triunfo y tragedia de un humanista. Y del libro de Erasmo de Rotterdam: Elogio de la locura.


Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.


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