Mostrando entradas con la etiqueta Recuerdos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Recuerdos. Mostrar todas las entradas

martes, 13 de abril de 2021

EL VIENTO BAILA EN LA COLINA

 

Imagen del film: Third Man on the Mountain (1959). Director Ken Annakin. Basada en la historia real de Rudi Matt (escalador).


El viento baila en la colina


En esta ciudad de balas negras
el día muere en un charco de astillas.
Tú estás ahí detrás de la ventana
de cristales rasgados,
miras como baila el viento en la colina.

Quizás tú y yo bailemos cubiertos de flores
cuando acabe el dolor,
abrazados seremos por canciones robadas a la noche...
Quizás aún tengamos sueños para el viaje...

Quizás mi corazón se inmortalice
en la caricia de tu nombre,
y juntos besemos la costumbre de sufrir.
Quizás pronto se queme el último castigo...

Ya no soy aquel chico de pantalón
vaquero y blanca camisa, tocado por tus manos.
Pero el rayo prevalece en mis huesos y sonrío...

Ven a mí, chica ingenua, tu sonrisa
aún guardo en mi corazón carbonizado.
¿Serás tú quien acaricie mi pálida cara?
¿Serás tú quien desnude mi vieja herida?

Tú, ingenua chica de ojos hirientes como balas,
me llevarás lejos del combate.
Lejos de la tierra que sembró soledad a nuestros pies
y doró nuestra sangre sin malicia.

Llévame allí; allí, oh chica dulce,
donde el viento lisonjea y mueve las alas...

💦💦💦

Clarisa Tomás Campa.  © All Rights Reserved.


Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

Note: Poema del libro inédito "La colina es blanca, el pájaro azul". Poema dedicado a mi madre y al amor de su vida, mi padre. Él murió hace años y ella se hace mayor y está sumida en una gran tristeza. (Mi madre solía cantar, ahora ya no canta). Amigos, lectores entrañables, gracias por leerme con tanto cariño. En verdad la poesía, la música, las flores, nos salvan de la desesperación de ver correr la felicidad, tan rápida... 🎵🎶🍃🙋‍♀️😘🌹 Que l'amour vous éclaire tous!!!!!

"Te amaba en sueños, no sabría decirlo... (Düşlerde sevdim seni, söyleyemedim)"


viernes, 29 de marzo de 2019

UN PIZARRO EN PRAGA



Un Pizarro en Praga


    Detrás de la puerta un pequeño de siete años miraba por el agujero de la cerradura. Se oían pasos agitados, gente corriendo sobre las puntiagudas piedras recién lloradas.
  Un golpe fuerte aporreó la madera. El niño se asustó y apartó su cara. Desde afuera, una voz cruel llamó: «¡Manuel Pizarro!»
  El padre, con los ojos temblorosos, miró al niño y le dijo en voz baja: «Escóndete en el pajar detrás de los burros. ¡Corre!»
  Se abrió la puerta. Se oyó un golpe seco y un: «¡atad al rojo y ponedle la venda bien fuerte en los ojos! ¿Creías que ibas a escaparte? !Tira!»
  El ruido fue alejándose y la calle silenció sus piedras. El niño salió del escondite, corrió hacia la calle hambriento de respuestas. En medio de la calle quedó solo. No había nadie en las ventanas, nadie a quién preguntar. Todas las puertas cerradas.
  Pasaron noches invernales y noches de soledades pálidas sobre la calle sin voz. Pasó el tiempo ojeroso arañando el dolor vivo sobre su piel. El niño cumplió diecinueve años. Dejó de mirar a las piedras asustadas de la calle y dejó de esperar a su padre. Dejó de llorar. Miró sus pies desnudos que ya se hallaban en un camino extranjero...

   Después de doce años trabajando por un trozo de pan para el señor alcalde y dueño de casi todos los olivares del pueblo, decidió cerrar la puerta de su casa huérfana, para siempre. Le dio las gracias al delator por haberle dejado ir al colegio algunas veces, por haberle regalado las ropas usadas de uno de sus hijos durante aquellos años de servidumbre. Pero aquel joven sabía con certeza, que el viejo alcalde jamás redimiría la culpa de aquella noche delatora. Su venganza sería irse lejos y no volver nunca a la patria sin memoria. Una patria que no había tenido interés en contarle las verdades que ocurrieron en las calles empedradas. Aquel año de 1948 se reabrieron las fronteras franco-españolas. Esta noticia fue de vital importancia para muchos jóvenes que quedaron huérfanos por la guerra como mi abuelo Román Pizarro.

  Por último se acercó a despedirse del río Tajo y dijo adiós para siempre al puente de Alcántara. Puente emblemático, aún manchado de sangre en las comisuras de sus piedras, donde en el 36 los fusiladores se jactaban del certero tiro en las cabezas. Desde allí tiraron a su padre y a muchos otros desaparecidos. Pero todo había quedado oculto y mudo, difuminado entre aromas de romero y jara bajo el sueño de Caesarina...

  Muchos años después, mi abuelo, nos contaba historias de la guerra de España, de la noche que se llevaron a su padre para siempre, de las calles de piedras de su niñez, mientras paseábamos por la plaza de la vieja ciudad de Praga. Mi abuelo nos decía con tristeza que, aquella guerra civil nunca se aprendió en las escuelas, y sin embargo, sentía un gran cariño por su tierra natal, estaba muy orgulloso de su origen español y de su apellido “Pizarro”. 
  Él siempre llevaba en las manos un pequeño libro de poemas del poeta Vladimir Holan. Le recitaba a las palomas con mimo, como si quisiera que sus palabras volaran por encima de los tejados y bajaran a beber en el río... Dolor y pena, recuerdos y añoranzas... ¿Quisieras ser de nuevo joven, vivirlo todo de nuevo?". Quizá porque se acordaba de otro río y de otra tierra de pizarras...

  Una tarde de mayo, la mirada de mi abuelo se fue con el río Moldava. Sus últimas palabras fueron: “uno es de donde ha aprendido a vivir”, recordando a su compatriota Max. Las palomas revoloteaban a su alrededor alborotadas, o quizá le recitaban ¿quién sabe? La fina y suave lluvia resbalaba en su cara, brillaba en las piedras del viejo puente...

****************

Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

(Esta es una historia de España que mi abuelo me contó. La historia está ficcionada para preservar el anonimato).

miércoles, 27 de febrero de 2013

NIÑO DE PLATA

Imagen del film: "Mi Chica" (1991) de Howard Zieff. (Película inolvidable).

Al tiempo de la niñez,
cuando las cosas tenían su propia aventura estelar...

Niño de plata

Tengo para mi bien, un corazón armado
con guirnaldas de tréboles
y flores amarillas trepadoras,
incesantes, perdurables.

...Y era un niño de plata quien llegaba a mi puerta
en inviernos calados, y callado esperaba
con su cara rosada y sus brazos largos como estelas.

Yo también era niña de boca sellada
que jugaba con risas tiernas caídas de la lluvia...
Me alegraba su cara de luna llena,
su boca bordada
con arco iris creíbles y sinceros.

Era buena mi infancia de enredaderas,
entre hilos de cometas voladoras.
Y subía ¡tantas veces! por escalas columpias
y volteaba en el aire,
aleteos sobre la cornisa
más allá de ondas cristalinas,
más allá del sabor
del algodón de azúcar.

Fue aquel tiempo de pruebas nucleares
que cielo y tierra se abrasaron de golpe:
la lluvia se hizo espesa,
el invierno llegó tarde
sin su capa de nieve,
sin su manto de cuentos y princesas.

Y perdí tu mirada, quedé extraviada...
Fue una mañana sin refugio de hadas.
¡Y no he vuelto a verte niño de plata!

Tú, que a mi casa llegabas
en los inviernos fríos y algo rotos,
con tus ojos de luz.
Y yo, trapecista indomable,
subía a tus ventanas sin temor.
¡Cuántos paisajes vimos
mientras nacían estrellas en racimos!

Se fundió la blancura con el rojo sensible,
entre islas prendidas de las nubes.
Cayó la magia de luna,
murió el duende de las locuras...

Mas..., para mi consuelo,
un corazón armado con guirnaldas tengo.
¡Niño de plata de ojos luceros!
Miles de campanillas
me crecen sobre el pecho,
guirnaldas de tréboles
y flores amarillas...,
dulces como el recuerdo.
🌻🌻🌻

Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!