"Quien ha escuchado alguna vez la voz de las montañas,
nunca la podrá olvidar".
(Proverbio Nepali)
El viaje del guerrero
Eran puentes desgarrados,
leyendas de andaduras...
Las sombras se debaten,
persiguen sus luceros,
y en medio del destino,
deshojando sus rutas,
heroicos corazones se desgranan...
Allá en el valle del verdor en su flor,
dejé una mañana mi cabaña de sueños.
Nunca tuvo puertas ni ventanas azules,
sólo era refugio de las hojas caídas.
El cauce eterno me llamaba en las horas,
y su voz, era al alba, peregrina constante,
mirador del averno donde visten las sombras,
alunados destellos en su viaje al oeste.
El balcón de los cielos ya me queda muy alto...
¡Quién pudiera ser puente sobre el ancho remanso!
Caminantes que viajan por senderos de piedras,
bordes donde crece la bruma entre la hiedra,
centinodia en el risco, amapolas del llano.
El abandono presume
las simplezas que deja;
enlazadas al cáñamo,
manos tejen su trenza.
La nostalgia se ahoga,
la cordura se quema,
y prendido en la jara
el alcaraván canta.
Hoy lo traen de vuelta, lo traen de las montañas,
envuelto en su traje de arriesgados empeños.
Sí, un guerrero ha muerto: "¡viva el valiente!".
Un guerrero era... "¿Quién adorna su frente?".
El delirio lo amaba y pregona su gesta.
Pero ¿a quién más le importa la épica que deja?
Muchos regresaron también en sus monturas,
a cientos vi bajando por el río de las nieves,
sus caras ataviadas con rosas de la muerte,
sus manos aferradas a las riendas de dudas.
A diario los veo pasar por el camino Largo,
aquí, desde este árbol de la eterna mirada,
donde el viento me abraza como a su rama amada.
Los veo cuando llegan entre el llanto del sauce...
Y los vi guarecerse en páramos estuosos,
besaban con dulzura las bocas de las flores,
y un color en sus ojos, y era un color sin nombre.
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Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.