Que la vida me despierte temprano,
antes de que el mar me invada
con algún naufragio...
Nunca es tarde
Nunca es tarde
para salir de trampas,
si descubres la puerta,
si te armas
con la llave de tus
fuerzas.
Yo nunca tuve ojos;
nunca tuve boca;
ni manos, ni pies.
Mi voluntad eras tú,
caminaba en tus zapatos,
vivía en tu piel.
Y miraba a través de tus
ojos
y me perdí en la
inmensidad...
Anduve, sí, y no llegué más
allá
del porche solitario de
mi regazo,
donde los niños jugaban
entre el ciclamor rojo
y las hojas de aquel tilo triste.
Perdimos la clave del
portal
de los comienzos,
no fuimos ni dos
errantes pasajeros.
Simplemente, no fuimos.
Nada queda de las horas
halladas y perdidas;
se borraron tus huellas y
las mías
como se esfuma el perfume
de la breve mañana.
A veces vuelvo la mirada
para recordar tu cara,
tu dulzura silenciosa en mi pelo...
Para sentir aquel
preludio
de tus palabras
que nunca fueron versos,
y me alejo...
Me alejo de todos los
lugares
donde la luna nos llenó de luces,
donde la noche nos cantó
sus miedos.
Te inventé ¡tantas
veces!,
después de tanto...
Y me perdí por ti,
y me olvidé de mí.
Equivocada anduve creyéndome reina,
y a veces la princesa que
calzaba tu vida.
Yo, que siempre fui
descalza...
Aprendí. Y sé que nunca
es tarde.
Ahora me veo, me hablo y escucho,
reconozco el tacto de mis
manos,
no pertenezco a nadie, soy de mí y del aire...
Me detengo en el ámbar de mis ojos,
miro al frente, la vida me sonríe
esperanzada y su rosa soñadora
tiende un puente ante
mis pasos.
🌱🌱🌱
Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.
Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!