En las veloces hojas del verano...
Ayer
se paró mi corazón,
por
un instante se cerraron
mis
ojos al vivir cotidiano,
volví
al viaje de las hojas...
Desaparecí
del mundo
conocido,
―tan desconocido ya para
mí―,
y
me consta que en el cosmos no hubo señales.
Y
entonces me vi en la inmensa llanura
de
ojos dóciles,
corriendo
junto a las veloces hojas
del
verano.
Volví
a ser un símbolo celeste
lejos
del orbital materialismo...
Bebí
en la dulzura del seno de mi madre
como
aquella primera vez
que
mi corazón fue tocado por su amor...
Sé
que fui pincelada invisible
en
las manos de algún dios planetario,
mientras
él danzaba y pintaba
en
la inmensidad de sus creaciones...
Sentí
que desaparecía
bajo
mis pies
la
tierra que mis padres sembraron
con paciencia...
«¡Grano
de arena!: ¿volverás a tu estrella?»
―Escuché
una voz―
Fue
entonces cuando mi ser
habitó
en el rosal de la aurora
que
mi madre plantara un día de soles,
me vestí de alegría,
fui reclamo de pajarillos...
Y
fui yo de nuevo y brotó de nuevo la rosa...
La
que habita en mi pecho
después
de la tragedia,
la
que tiembla en mi corazón
si
le cuentas un cuento.
Mi rosa indomable
que me lleva por la vida
con
su visor sin cristal aparente,
la que sólo quiere besar...
La
rosa
que
germina mi canto
con
pasión en las breves espigas,
en
los ríos
venidos
a menos,
en
las calles
embarradas
de guerras...
Y
no sé cuánto me durará
este
nuevo aliento,
este
aleteo bajo las nubes inconclusas...
🌻🌻🌻
Clarisa T. © All Rights Reserved.
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