Imagen del film "Gone With the Wind", de Victor Fleming (1939).
Vivien Leigh y Clark Gable.
Basado en la novela homónima de Margaret Mitchell.
Baila para mí cuando te alejes
Que
me lleve tu danzar en el recuerdo,
tu
figura bajo luces
que
se alejan, que no vuelven...
Tu
cadencia enlazada a mis temores...
Porque
ya nunca seremos tan inmensos,
ni más libres,
ni más bellos.
Los
azures van cambiando a los violetas,
absortos
en corrientes que se extreman.
Y
rodará una herida de su cima
y
quedará atrapada en lo insensible,
pálida
de besos incurables.
Discurren
hoy los cielos
desgreñados,
mi
corazón converge en una espina,
dolido,
mientras
todo se deshace
y
cae la sombra cuajada de universos
derrumbados,
inhóspitos,
deformes.
Avalancha
de abrazos repentinos
caerán detrás
de la huella de nuestro baile...
Y
de nuevo las hojas inundarán septiembre
con
su rostro amarillo,
con
su ébano fúnebre,
morirán
encogidas
sin
perfume de alientos,
sin
canciones de amor...
Y
tu y yo, amor sin fe,
quedaremos
abiertos al dolor de los astros,
confinados
al tiempo que la noche no duerme,
desnudos
de amor sobre el lívido otoño.
Heridos
hasta el tuétano,
sin
timbal de huesos,
sin
compás en los pies...
Presos
para siempre del primer beso
que
danzará solitario,
que
acabará en el humo...
El
ayer desnutrido sin amparo de lunas,
en
imprecisos límites
nuestra
historia sin rumbo.
La
razón, la armonía,
la
belleza, el anhelo,
se
dolerán callados
esperando
el regreso.
Morirán
nuestras alas nocturnas,
no
bailaremos más días...
Y
el danzar tuyo y mío, en las valvas marinas
soñará
con su eterno.
Tenderemos
al viento las palabras no dichas,
reproches
innombrables,
los
susurros del alma.
La
fragancia escrita en la piel del deseo
de
lámparas agónicas que parpadean finales.
Y
al darnos la espalda y decirnos adiós,
volveré
sin querer y tocaré tu boca,
y
sin querer, mis dedos,
rizarán
caracolillos en tu pelo...
Te
hundirás en mis ojos,
me
perderé en tu silencio...
Caerá
tu mirada en mi blanco vestido,
—desgarrará
un violín su garganta a lo lejos—,
y
tú dejarás escapar un suspiro...
Y
volverán las hojas en sus remolinos
a
ocupar los rincones,
a
llorar lo perdido.
Y
el amor tuyo y mío, brevemente bailado,
se
alejará sin guerras
inconcluso
en su amargo.
Desterrado
de ti,
desprendido
de mí,
oculto
del camino, ajeno a los diluvios,
lo
cubrirá una piedra,
se
dormirá en el frío.
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Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.
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