"Por qué tomas, Tristeza,
del ojo del halcón el ansia clara?
¿Es para darle luz a la luciérnaga,
o, en la noche sin luna,
teñir sobre las costas de sirenas
a la salada espuma?".
"O Sorrow,
Why dost borrow
The lustrous passion from a falcon-eye?
To give the glow-worm light?
Or, on a moonless night,
To tinge, on syren shores, the salt sea-spry?".
John Keats.
Memoria refugiada. Muelle de Poniente,
16:30 p.m. Una gaviota presume sobre un mástil.
Y yo escribo en mi diario lo que el mar calla...
Hoy es un día triste para mí, pero
trasmitir tristeza no quisiera. El día está de abril, cantan las
aves, la lluvia nos regala su desplome con calidez de aromas y
frescura. Aquí – como Serrat – , tras los cristales, converso
con mis tristes maravillas...
Tengo la suerte de tener ventanales,
ventanas amplias y altas cual un faro; vivo en la torre Meridional de
Azur, donde la vida canta su balada sincera. Hoy pasan barcos ajenos
al derrumbe, y se ha llenado el malecón de golpes de pájaros ciegos
que en él se parten. Allá, más lejos, algunas ciudades se
desploman y arden... La mía, hace tiempo que lucha por mantenerse
viva... Ay, ¡Mediterráneo, que no me perteneces!
Hay una niña que siempre sale a flote,
mitad sirena, mitad alada, y con sus brazos liados en jazmines, me
hace señales en la ensenada inquieta. Todas las tardes, todos los
días, la niña toca con su voz mis cristales y canta dulce y luego
calla...
Yo me pregunto: ¿Qué hará el mar con
su dulzura eco?... Llueve. ¡Quizá es el mar que llora a cielos!...
Lágrimas vivas en los cristales, porque la lluvia también es
sangre, también es savia; dolor de huesos y de cortezas. Llueve
Tristeza.
Que no es tristeza por mí ni es única.
Es pesadumbre por tanta grieta, palos, astillas; pieles que flotan
sin sus costillas...
Observo a veces, que el mar se inclina y
se tambalea. Pasa un sudario con mil camisas; fauna, embarrada de su
martirio; bosques enteros con sus montañas; sabana mansa con su
condena... Trozos de puentes, calles abiertas... Pasa un cóndor que
tuvo suerte, vuelve a su nido sobre los Andes. Pasa un crucero sobre
cadáveres, corta la brisa rumbo a Caimán. Tres farolillos bajo la
lluvia, y el mar aguanta el dolor del mundo: dolor ausente. ¿Se
partirá?...
Hoy la Tristeza buscaba cómplices,
quería un poema para jugar... ¡Tantas tristezas que van y vienen!
Las de este lado de la frontera, aquellas silentes de más allá...
Tristezas nuevas, intemporales; las siempre eternas, las extranjeras.
Quizá Tristeza buscaba versos trágicos en el refugio lírico,
para sentir otra tristeza compañera; otro canto viajero de los
tiempos, como una balada triste de Keats.
Texto poético del libro (inédito) "Palabras de nieve y sal" de Clarisa T. © All Rights Reserved.
Gracias.
💧💧💧
Comparto con vosotros un fragmento del libro de Antología Poética del poeta inglés John Keats, que ¿a quién no le ha emocionado alguna vez?
Qué hay mejor para tardes lluviosas que la lectura de una oda iluminadora, sin duda, en la memoria de todos aún suena aquella maravilla (entre tantas suyas): Ode to a Nightingale (Oda a un ruiseñor), que tal vez otra tarde de lluvia, escriba aquí.
Libro IV (Fragmento) de John Keats. "A la tristeza". 🌸
(…) “A la Tristeza
le di los buenos días,
y creí que la dejaba atrás.
Ay, pero alegremente, alegremente,
me quiere con ternura;
es tan leal conmigo y tan gentil...
La engañaría
y la abandonaría, pero, ay, ¡es tan
leal y tan gentil!
Al pie de mis palmeras, junto al río,
llorando me senté, mas no hubo nadie
en todo el ancho mundo que inquiriera
la razón de mi llanto;
así, de los nenúfares los cálices
continué desbordando
con lágrimas heladas cual mi miedo.
Al pie de mis palmeras, junto a río,
llorando me senté, ¿qué amante novia,
engañada por un galán oscuro
venido de las nubes,
no se esconde y se oculta
bajo oscuras palmeras junto al río?
¡Y vi al Egipto osirio arrodillarse
a los pies de la corona de pámpanos!
¡Y a la abrasada Abisinia cantar
al compás de los címbalos de plata!
¡Vi cómo, avasallando, la vendimia
por la vieja Tartaria penetraba!
A los reyes de la India humillar
sus enjoyados cetros,
y esparcir sus tesoros
en granizo de perlas.
Desde su cielo místico, el Gran Brahma
gruñe y sus sacerdotes se lamentan;
ante tanto guiño de Baco palidecen.
A esta regiones arribé siguiéndolo,
cansada y desesperanzada. Tuve
deseos de perderme en estos bosques
terribles sin compaña.
Ya te he dicho cuanto puedas oír. (...)
¡Ven, pues, Tristeza!
¡Dulce Tristeza!
En mi pecho te acuno como a un hijo:
pensé en abandonarte
y engañarte,
pero hoy eres lo que más quiero en el
mundo”.
(Traducido del inglés por Antonio Rivero Travillo) Ed. Alianza Editorial, 2016.
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Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.
Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!