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miércoles, 5 de abril de 2017

LA VIDA AL DESNUDO

Jeannette Ayinkamiye, 17 años, agricultora y costurera.
Colina de Kinyinya (Maranyundo). Víctima del Genocidio de Rwuanda. Abril, 1994.
Autor: Raymond Depardon. Tomada del libro La vida al desnudo: Voces de Ruanda.

   Cuando se van a cumplir 23 años del genocidio ruandés, os traigo este libro sobre lo sucedido. Libro que relata la barbarie a través de algunas voces supervivientes, sin más pretensión por parte de su autor que la de escuchar a las víctimas para apaciguar su desasosiego. Darles voz, para compensarles, al menos, con su testimonio escrito, y que éste no caiga en el olvido.
Para mí, por circunstancias personales, el genocidio de Rwanda siempre tendrá un verso, una palabra desde mi corazón, a tal hecho inhumano. Por otro lado, este libro es singular, muy recomendable su lectura, para quienes se preguntan cuándo un hombre deja de serlo para convertirse en matarife de su propia sangre. (Aunque esa respuesta nadie sabe).

La vida al desnudo: Voces de Ruanda
Autor: Jean Hatzfeld
Ediciones Turpial (2005)
Traducción de María Teresa de los Ríos
Título original:
Dans le un de la vie.
Récits des marais rwandais.
París, 2000
Fotografías de Raymond Depardon

Introducción
Entre las once de la mañana del lunes 11 de abril y las dos de la tarde del sábado 14 de mayo de 1994, alrededor de 50.000 tutsis – de una población aproximada de 59.000 – fueron masacrados a machetazos, todos los días de la semana de nueve y media de la mañana a cuatro de la tarde, por milicianos y vecinos hutus en las colinas del municipio de Nyamata, en Ruanda.
Unos días antes, en la tarde del 6 de abril de 1994, el avión que llevaba a Kigali al presidente de la República de Ruanda, Juvénal Habbyarimana, hizo explosión cuando sobrevolaba el aeropuerto. El atentado marcó el comienzo de las matanzas de población tutsi que, planificadas desde hacía meses, se iniciaron al amanecer en las calles de la capital y se extendieron por todo el país.
   En la aldea de Nyamata, en el paisaje de colinas y pantanos de la región de Bugesera, las matanzas comenzaron en la calle mayor cuatro días después. Oleadas de tutsis buscaron muy pronto refugio en las iglesias o huyeron hacia los platanares, los pantanos y los bosques de eucaliptos. Los días 14, 15 y 16 de abril fueron asesinadas cinco mil personas en la iglesia de Nyamata – y otras tantas en la de N`tarama, poblado situado a una veintena de kilómetros – por milicianos, militares y la inmensa mayoría de los vecinos hutus. Ambas masacres inauguraron el genocidio en esta comarca árida de duro suelo arcilloso. Se prolongó hasta mediados de mayo. A lo largo de un mes, milicias de asesinos disciplinados y sobrios que entonaban canciones, armados con machetes, lanzas y mazas, acorralaron a los fugitivos y los persiguieron hasta el bosque de eucaliptos de Kayumba y los pantanos de papiro de Nyamwiza. Su diligencia les permitió matar a cinco de cada seis tutsis, proporción semejante a la registrada en el conjunto de aldeas ruandesas y muy superior a la de las ciudades.
   Durante varios años los supervivientes de las colinas de Nyamata, al igual que de otros lugares, han guardado un silencio tan enigmático como el que guardaron los supervivientes de los campos de concentración nazis tras su liberación. Para unos, explican, «la vida se rompió», para otros «se detuvo», otros piensan que «es necesario reanudarla»; pero todos admiten que entre ellos sólo hablan del genocidio.
Para explicar un silencio tan largo decían también, por ejemplo, que «se vieron empujados a la cuneta, como si estuvieran de más». O que «desconfiaban de los seres humanos» y que estaban demasiado desanimados, alejados, «derrumbados». Que se sintieron «incómodos» o incluso «culpables» por haber ocupado el lugar de un conocido o haber recuperado las costumbres de los vivos.
Un genocidio no es una guerra especialmente mortífera y cruel. Es un proyecto de exterminio. Al final de una guerra los supervivientes civiles sienten una intensa necesidad de ofrecer su testimonio; al final de un genocidio, por el contrario, los supervivientes aspiran extrañamente al silencio. Su hermetismo resulta perturbador.
Llevará mucho tiempo escribir la historia del genocidio ruandés. Pero el objetivo del presente libro no es sumarse al cúmulo de investigaciones, documentos o novelas – a veces excelentes – ya publicados, sino únicamente dar a conocer estos asombrosos relatos de supervivientes.
   Un genocidio es – resumiendo la definición de una de las entrevistadas – una empresa inhumana imaginada por seres humanos, demasiado enloquecida y demasiado metódica para resultar comprensible. El relato de la huida a través de los pantanos de Claudine, Odette, Jean-Baptiste, Christine y sus vecinos; la narración, a menudo dura y magníficamente expresada, de sus acampadas nocturnas, de su desgracia, humillación y posterior apartamiento; sus reservas hacia los otros, sus obsesiones, sus complicidades y el escrutinio de sus recuerdos; sus reflexiones de supervivientes, pero también de campesinos africanos, nos acercan cuanto es posible a esa comprensión.
JEAN HATZFELD


AMANECER EN NYAMATA . (Fragmento).

Jeannette Ayinkamiye, 17 años, agricultora y costurera, Colina de Kinyinya (Maranyundo).

   Nací entre siete hermanos y dos hermanas. A papá lo tajaron el primer día, pero nunca supimos dónde. A mis hermanos los mataron poco después. Con mamá y mis hermanas pequeñas conseguimos huir hasta los pantanos. Aguantamos un mes bajo los enramados del papiro, casi sin ver ni oír nada del mundo.
Los días los pasábamos echados en el barro rodeados de serpientes y mosquitos, para protegernos de los ataques de los interahamwe. Por la noche vagábamos entre las casas abandonadas para buscar qué comer en las parcelas. Comíamos lo que encontrábamos, así que había muchos casos de diarrea; pero, por suerte, las enfermedades corrientes como la malaria y las fiebres de las lluvias parecían respetarnos por una vez. No sabíamos nada del exterior, salvo que los tutsis estaban siendo masacrados en todos los municipios y que todos moriríamos en poco tiempo.
   Teníamos la costumbre de escondernos en pequeños grupos. Un día los interahamwe descubrieron a mamá debajo de los papiros. Mamá se levantó y les ofreció dinero para que la mataran de un solo machetazo. La desnudaron para quitarle el dinero anudado a su pareo. Le cortaron primero los brazos y luego las piernas. Mamá murmuraba: «Santa Cecilia, Santa Cecilia», pero no suplicaba.
   Este pensamiento me entristece. Pero me pone igual de triste recordarlo en voz alta que en voz silenciosa, por eso no me molesta contárselo a usted.
   Mis dos hermanas pequeñas lo vieron todo porque estaban echadas al lado de mamá; a ellas también las golpearon. A Vanessa la hirieron en los tobillos, a Marie-Claire en la cabeza. Los matarifes no las despedazaron. Quizá porque tenían prisa, quizá lo hicieron a propósito, como con mamá. Yo sólo oí ruidos y gritos porque estaba disimulada en un hoyo un poco más lejos. Cuando los interahamwe se fueron salí y le di agua a mamá.

   Mamá permaneció tendida durante tres días hasta que finalmente murió. Al segundo día sólo podía susurrar: «Adiós, hijas» y pedir agua, pero seguía sin conseguir marcharse. Veía que para ella todo había acabado. Comprendía también que para ciertas personas que estaban abandonadas de todo y para quienes el sufrimiento se convertía en la última compañía, la muerte debeía de ser un trabajo demasiado largo y muy inútil. Al tercer día ya no podía tragar, sólo gemir en voz baja y mirar. Nunca cerró los ojos. Se llamaba Agnès Nyirabuguzi. En kinya-ruanda, Nyirabuguzi significa «la que es fecunda».
.......................
«A menudo lamento el tiempo malgastado en pensar en este mal. Me digo que el miedo nos roba el tiempo que la suerte nos ha reservado. Me repito, bromeando conmigo misma: «Bueno, si todavía hay alguien que quiera tajarme, que vaya a buscar su machete; después de todo no soy más que una persona superviviente, así que matará a alguien que debería estar muerto», y me divierto con esa fantasía.
Porque si uno se entretiene mucho con el miedo al genocida, pierde la esperanza. Pierde lo que ha conseguido salvar de la vida. Se arriesga a contaminarse con otra locura. Cuando pienso en el genocidio, en momentos de tranquilidad, reflexiono para saber dónde colocarlo dentro de la existencia, pero no encuentro ningún ligar. Quiero decir simplemente que no es humano».
Nyamata, abril de 2000.


Gracias, lectores. 🙏 "Haya paz".
Merci beaucoup à tous!

jueves, 22 de septiembre de 2016

FORTUNA E INFORTUNIO DE WADADJÉ



Del libro: 
Contes et légendes de la Corne de l' Áfrique (Cuentos y leyendas del Cuerno de África).
Autor: Yves Pinguilly.
Ed. Anaya (2003).
Ilustración: Tino Gatapán.
Traducción: María Durante.

Entre el mar Rojo y el Nilo Azul, al este del continente africano, El Cuerno de África constituye un mundo aparte...
(…) todavía allí, hoy en día, existen lugares donde los cuentos y las leyendas siguen confundiéndose con la vida real”.

Hoy os comparto este precioso cuento (IV) del libro de Yves Pinguilly, libro que es una maravilla y que desde aquí lo recomiendo. Por supuesto, a los que estén interesados en la cultura africana y sus leyendas.
🌱🌱🌱

Fortuna e infortunio de Wadadjé

    Tal vez aquel fuera el país en el que los hombres leían el porvenir en las entrañas de las vacas... Siempre conviene estar enterado de las costumbres de un lugar antes de visitarlo.
   Varias veces al día, Wadadjé contaba y volvía a contar los ochenta táleros de plata y las veinte monedas de oro que tenía en el bolsillo. Caminaba, sin decirle a nadie si peregrinaba a La Meca o a Lalibela. El caso es que llegó a una ciudad, y allí se quedó a descansar y a pasar la noche.
   Al día siguiente, después de tomar unas gachas de avena y manteca, se disponía a reemprender el camino cuando, por primera vez aquel día, se le ocurrió volver a contar su fortuna. Nada. Tenía el bolsillo vacío. Por más que metió en él la mano izquierda, después de haber metido la derecha, allí no había nada. No tenía la ropa rota y no se la había quitado para dormir, y se había acostado del lado en que guardaba las monedas. Tuvo que admitir que ningún ladrón podía haberle robado su pequeña fortuna. ¡Así que él era el único culpable, el único responsable! Seguramente, las dos bolsas de monedas se le habían caído mientras corría en medio de las sombras de la noche en busca de cobijo.
   Se dirigió a un dabtara que le recomendó que se fuera a ver al sacerdote.
   El sacerdote escuchó lo que Wadadjé le contaba, y le dijo que intervendría una vez convenida una pequeña cantidad de dinero, cantidad que iría a parar a las arcas de la iglesia si se recuperaba la fortuna.
   El sacerdote ordenó inmediatamente que se proclamara la noticia, y antes de que el sol se encontrara en equilibrio en el punto más alto del cielo, todos los habitantes se enteraron de que un hombre había perdido dos bolsas llenas de táleros de plata y de monedas de oro. Se enteraron también de que quien las hubiera encontrado estaba obligado a devolverlas, bajo pena de excomunión y de no conocer jamás la dulzura del paraíso de los cielos.
   Azieb, al igual que los demás, oyó el mensaje del sacerdote. Ella había encontrado las bolsas muy de mañana, cuando volvía de comprar una qunna de teff.
   Mientras calentaba el horno y engrasaba la plancha para hacer una injera, se decía repetidamente: «Tengo que ir a devolver ese dinero, tengo que ir...». Extendió la masa formando una hermosa espiral sobre la fuente de barro y siguió diciendo: «Tengo que ir a entregar ese dinero, tengo que ir a». Cubrió la masa y dejó que se calentara. Cuando la injera estuvo cocida, la sacó del horno con un plato de mimbre. Luego Azieb, que llevaba una cruz tatuada en el cuello, se puso en pie y dijo:
   – Ahora mismo voy a devolver ese dinero.
Se untó el cabello con manteca perfumada y, cuando se vio guapa, se fue a ver al sacerdote que aguardaba delante de la iglesia, en compañía del dabtara y Wadadjé.
   – Aquí están las dos bolsas que encontré esta mañana. Tienen muchos táleros de plata y monedas de oro.
   El sacerdote cogió las bolsas, le dio las gracias y volcó las monedas en el suel. Contó ochenta táleros de plata y veinte monedas de oro.
– ¿No falta nada? – Preguntó el sacerdote.
Wadadjé, que estaba muy sorprendido de que le devolvieran lo que había perdido, miró por encima a Azieb y dijo:
   – ¡No puede ser, esa mujer me devuelve la mitad del dinero! Se ha quedado con la otra mitad...
   – No es verdad. Te he devuelto todo lo que encontré.
Azieb juntó las manos, alzó los ojos al cielo y repitió:
   – No es verdad. Te he devuelto todo lo que encontré.
Wadadjé pretendía que le devolviera lo que él no había perdido. Él pensaba que una mujer capaz de devolver una fortuna así con toda seguridad debía ser muy rica.
Él insistió. Y ella repitió:
   – Es todo lo que encontré.
  El sacerdote estaba muy molesto. ¿Quién decía la verdad? ¿El forastero que le había prometido una recompensa para la iglesia o aquella mujer con la cruz tatuada en el cuello? Ante el temor de no saber juzgar acertadamente, les comentó que acudieran al rey: él estaba acostumbrado a impartir justicia.
 Una vez en presencia del rey, Wadadjé hizo dos reverencias, dijo en voz alta y sonora:
    – Que Dios os muestre la verdad – Y a continuación declaró – : Tenía ciento sesenta táleros de plata y cuarenta monedas de oro. Esta mujer ha encontrado mis dos bolsas, pero solo me devuelve la mitad.
   También Azieb dijo en voz alta y sonora
     – Que Dios os muestre la verdad – Y a continuación explicó – : Yo he devuelto todo lo que encontré. « Todo» quiere decir «todo». No me he quedado con nada, no he robado nada.
  El rey les dijo que repitieran lo que habían dicho. Lo repitieron sin cambiar ni una sola palabra. El rey se quedó un momento reflexionando y, luego, sin consultar con ninguno de sus consejeros, dijo:
    – Tú, hombre, has perdido ciento sesenta táleros y cuarenta monedas de oro. O sea, que la suma que te devuelven no es la tuya. ¡Entrégasela!
Hablaba con la mucha autoridad. El sacerdote que acompañaba a Wadadjé tenía todavía las bolsas con el dinero. Se acercó al rey y se las entregó. El rey se volvió hacia Azieb y le dijo:
    – ¡Tú, acércate!
   Ella dio dos pasos e hizo una reverencia ante el rey. Este le dijo en voz alta, para que todos pudieran oírle:
     – Toma esta fortuna que has encontrado. Tuya es. Nadie la ha reclamado. No hay nadie en la ciudad que busque una bolsa con ochenta táleros de plata y veinte monedas de oro.
Azieb le dio las gracias y se fue a su casa a comer la injera en compañía de los suyos.
   Wadadjé se marchó de la ciudad, sin decir a dónde le llevaban sus pasos. Unos afirmaban que iba a La Meca, otros aseguraban que iba de peregrinación a Lalibela.

Ciclo de lecturas sobre cultura y leyendas africanas, 2016. (En un lugar de... ).
Gracias a todos.

🌱🌱🌱
Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!


domingo, 29 de diciembre de 2013

CANTO DE AMARA




Me figuro un planeta
donde el alma esté alegre,
donde el aire nos llene
de verdad los pulmones.
Un lugar para el arte
del amor libertario,
donde besos, sean hechos,
del sentir más primario.

Me figuro montañas
de palabras sinceras,
al remanso de ríos
de corrientes alternas.
Valles hechos de rosas,
con su aroma, latidos,
de corazones partidos
que curados, sanean.

Las mañanas ausentes
de codicias mundanas,
y las tardes repletas
de caricias y besos.
Arboledas de abrazos
esparcidos al viento,
y entre cauce y remanso,
liberados viajeros;
y como otros, nosotros,
por un tiempo y un hecho.

Y el amor, con su mano,
dibujando a su antojo...

🌱🌱🌱

Clarisa Tomás Campa.  © All Rights Reserved.

...Y recuerdo su voz como gorjeo de pajarillo, a veces en francés, y otras, en su precioso lenguaje materno, cantando a dúo con el silbido de aquel viento cantor...
Del libro El aliado de Amara de Clarisa Tomás. Pág. 58. (Círculo Rojo, diciembre 2012)

Gracias, lector. 📚🙏 (Gracias, Hugo, por tu maravilloso espacio cultural).


martes, 26 de noviembre de 2013

CHIWONISO MARAIRE


EL LEGADO DE CHIWONISO, CANTANTE Y POETA: "UNA VOZ AFRICANA".
Tengo cierta predilección por la cultura africana, por su literatura y su música. La cantante Chiwoniso Maraire de Zimbabwe, era una de mis preferidas, sobre todo, por las letras de sus canciones. Se acompañaba con la mbira, piano de pulgar, que es un antiguo instrumento africano, que tradicionalmente es tocado por hombres, dándole a sus ritmos, un cierto encanto y singularidad muy especial. 
Había nacido el 5 de marzo de 1976 en Estados Unidos, en la ciudad de Olympia, Washington. Su madre era cantante y su padre maestro de la mbira y profesor de etnomusicología. Solía decir: "Soy un cruce de culturas y de polinizaciones, igual que una flor".
Falleció este verano, el día 24 de julio en el hospital de Chitungwiza, cerca de la capital de Harare, a consecuencia de una neumonía. Tenía 37 años. 

Chiwoniso era una artista que rompió moldes. Su música cruzaba fronteras al mezclar los sonidos tradicionales de su tierra natal con blues, jazz, pop, hip hop y reggae.
Pasó gran parte de su adolescencia en Zimbabwe y los Estados Unidos. “Los instrumentos musicales fueron un elemento fundamental de mi niñez. A los cuatro años ya estaba tocando la mbira. Tichazomuona, mi primera grabación con mis padres, se publicó cuando tenía nueve años. ” Así recordó Chiwoniso.

Su música hablaba de la mujer africana, del pueblo africano, y sus letras siempre cargadas de la crítica social y política. Porque ella decía que era como un espejo, y cantaba lo que realmente veía en el mundo. Como dice por ejemplo en su canción Matsotsi (La tierra de los ladrones). Chiwoniso, creía que los artistas desempeñan una labor especial en la sociedad y que tienen la responsabilidad de denunciar las injusticias sin temor a las amenazas del poder.

Su nombre comenzó a sonar en los años noventa. En 1997 sacó Ancient voices, su primer disco en solitario, que le valió el premio de Radio France Internationale al mejor artista novel. Entre 2001 y 2004, participó en Women´s Voice, banda formada por mujeres de diversos países como Noruega, Zimbabwe, Tanzania, Estados Unidos, Israel y Argelia. En 2007, colaboró en una canción para Amnistía Internacional con motivo del 60º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. 


MUJER AFRICANA
Ella es Luz Eterna
Lleva adentro el futuro
La fortaleza emana de su alma
Es una mujer
Mujer africana
Una mujer
Eres una diosa
Tu conocimiento y sabiduría
Parecen ocultos en el misterio
Y en tu presencia
Veo la gloria de la Humanidad…
Eres una mujer
Mujer africana
Una mujer
Entonces sigo sus huellas
Y escucho sus palabras
Y miro a esa mujer africana
Y empiezo a comprender
Mujer
Ella es la luz eterna

EN ESTA VIDA(IN THIS LIFE)
En esta vida
La verdadera historia es ocultada a nuestros niños
En esta vida
La ilusión reina
En esta vida
Seguimos buscando repuestas
De líderes mentirosos
En esta vida
Vivimos por la comida, y sólo
Por ella
Mira ahora
Estoy tan cansada
De presenciar niños llenos de necesidades
Tan cansada
De vivir en un mundo saturado de gula
Y mi espíritu grita
Contra las injusticias cometidas sobre mi pueblo
Tan cansada
De las ilusiones sobre esta tierra
Mi gente muere, llora
Trata de sobrevivir sobre este planeta lleno de misterio
Mi gente muere, llora
Trata de sobrevivir sobre este planeta lleno
Nosotros corremos corremos corremos corremos
Mientras ellos sacan el revólver
Disparando a matar nuestra cultura
Estamos tan cansados
De la ilusión sobre esta tierra
Y nuestros espíritus claman
Contra las injusticias cometidas sobre nuestro pueblo
Estamos tan cansados
De la ilusión sobre esta tierra
Mi gente muere, llora
Trata de sobrevivir sobre este planeta lleno de misterio
Mi gente muere, llora
Trata de sobrevivir sobre este planeta lleno
Baja
Jah, Dios de los niños
Baja y guíanos al otro lado
Sublévate
Espíritu de África
Sublévate y guíanos al otro lado
Mi gente muere, llora
Trata de sobrevivir sobre este planeta lleno de misterio
Mi gente muere, llora
Trata de sobrevivir sobre este planeta lleno

PAN Y ROSAS
Mi vientre me despierta de nuevo
Me despierto a las cuatro de la mañana
Me despierto para ir a trabajar
Es la vida de un vendedor
Que vende despojo y tomates
Tomates y despojo
Porque cada día es ruina
Y dignidad robada
Cada día es despojo
Y dignidad robada
Pan y rosas, madre
Fíjate que me piden documento de identificación
Y licencia de vendedor
¿Necesito licencia para vivir?
¿Es esta vida de ellos, para darla?
Porque cada día es despojo
Y dignidad robada
Pan y rosas, mamá
Es una historia sin fin, de limpiar
Y limpieza,
En un frenesí
La madre vende vegetales
Su supervivencia
Es un frenesí
Pero vende en el sitio de gobierno
Debería ser legal y estar a salvo
Pensaba que eran suyos la tierra y los frutos
Ahora aplastados por esas botas negras
Diciendo aquí la comida está sucia
No Señor su comida es dignidad
Envía los niños a la escuela ¿ves?
Paga cuentas
¿Así es que es una mujer salvaje?
Una mujer que se ha vuelto salvaje
Una mujer que se ha vuelto salvaje



Dejo aquí una muestra de las letras de sus canciones, y algún enlace, por si tienen interés en conocer el legado de la obra de Chiwoniso.

https://www.youtube.com/watch?v=7_OIPpEiDKo

Fuentes:
Wikipedia
http://www.lacronicadeleon.es/2009/11/14/vivir/chiwoniso-rinde-tributo-a-la-mujer-africana-57207.htm

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

viernes, 13 de septiembre de 2013

MODOU KARA FAYE

El poeta de 17 años de edad Modou Kara Faye, recitando su poesía en el II Foro Social de las Artes (Valencia, 2003), el mismo año de su muerte. Fuente: artículos de Enrique Falcón.


AL RECUERDO DE MODOU
Porque creo que hay personas que aunque hayan tenido una vida breve, han llenado de gloria y belleza el tiempo de sus días; porque con muy poco, algunos han llegado lejos y merecen nuestro recuerdo y el honor de nombrarlos; porque hay vidas, que en su brevedad se hacen infinitas y dejan un legado que nos hace ser mejores, y nos deja ese sabor a humanidad...

Hoy quiero hacer un pequeño homenaje a un joven poeta senegalés, que llegó a mi tierra con apenas 16 años y murió cuando sólo contaba 18. Yo no lo conocí personalmente, supe su historia por un tema de oncología del hospital de Alicante. 
Son esas historias de vidas, una de tantas que pasan desapercibidas y que cuando las descubres te hacen ver la vida de otro modo. Quizá, a pararnos más en otros, a no pasar de largo ante las caras sobre todo de la emigración, porque detrás de cada persona que deja su país, hay una historia de vida que si no sabemos comprender, al menos sí debemos respetar.


MODOU KARA FAYE

Modou Kara Faye (1985-2003) fue un joven escritor senegalés, que escribió toda su poesía en Alicante, y en lengua francesa. Llegó a España con sólo 16 años tras tener que emigrar a nuestra tierra por razones económicas y políticas. Pudo así reencontrarse con su padre y que le amputaran la pierna derecha, ya que padecía un cáncer que se le había extendido a otras partes del cuerpo, mas en su lucha contra el dolor y la enfermedad escribía poesía del alma, de una belleza poco común. El cáncer se lo llevó a la edad de 18 años y dejó tras de sí una de las obras poéticas más impresionantes que se han escrito en tierras valencianas con apenas doce textos.
Con un legado tan corto, pudiera parecer nada, mas hemos de detenernos en estos versos para comprender ese espíritu noble que albergaba en su interior la poesía de Madou, buscando las razones para unir al humano bajo este mismo solar de estrellas, fuera de odios y diferencias, porque justo ellas son las marcas que nos unen. 

Él no quería publicar su obra, su humildad era grande, más pienso como aquellos que le conocieron y que han hecho por su difusión y que debe ser leída para que no mueran sus palabras, pero sobre todo, para admirar la amplitud de su corazón. Es sin duda una hermosa esperanza.


Dejo aquí el enlace del artículo de Enrique Falcó, donde cuenta cómo lo conoció y cómo le comunicaron su fallecimiento
(…) Recordarás a Modou, y la fuerza de su poesía. Es duro comunicarte su muerte. Y sin embargo me queda un poso de paz. En estos dos años pasó de dejarse morir a querer vivir, de verse reducido a la impotencia a aumentar su autonomía. Albergaba sueños y se mantenía lúcido acerca de sus posibilidades. Durante el verano se puso al servicio de la Cruz Roja, para atender a los viajeros argelinos en el puerto de Alicante.



Tuvo la bondad de sus palabras para esta obra, Virgilio Tortosa con un epílogo que comienza diciendo esto:


"Desde fuera de Occidente, se dice, sólo es posible contemplar —por más que se mire— globalización. La mirada errática del sur, acostumbrada a mirar hacia arriba, no se permite otro paisaje sino el de una barrera invisible (cuando no física) conformada por la argamasa de la exclusión. Desde ese paisaje resulta curioso el testimonio poético legado por un joven senegalés que pasó por la experiencia de la emigración y el conocimiento de ese mundo que se quiere vanguardia de la civilización y ejemplo de no se sabe qué modernidad. Sin embargo, la mirada extranjera se convierte aquí en motivo de celebración en su más amplia extensión". 

He elegido tres poemas, como muestra de los doce que componen su obra, traducidos del francés. 

EL MUNDO ES INFIEL A MIS SUEÑOS
Nada más que gaviotas sangrientas
golondrinas enlutadas
Nada más que buitres de fuego
Pero el amor tan testarudo
Me lanza violentos guiños
Y en el fondo de las promesas
Axilas ambarinas
Noches locas como el deseo
Pero a pesar de las presas fáciles
Paso mis noches lejos de las estrellas
Puesto que sé que la luna no vela por doquier
Las risas infantiles ni las alegrías de hombre
Debo todavía alzar corazones arrodillados
Hablar a los cuchillos de odio
Andar sobre los corazones levantados
Gritar al sol que caldee el camino de los inviernos
Acallar el aullido de las fieras
Hermanos míos, permanecemos en la alucinación
Busco el gentío del mundo
Pues es menester que el mundo se dé la mano
Allí donde la soledad nombra el vasto desierto de la fraternidad
Y tantas veces rehago el recorrido del desastre
Herido en la lengua y con el alma sangrante
Sosteniendo entre mis brazos pueblos vanidosos
Pueblos autoproclamados ombligo del mundo
Pueblos autoproclamados dios único del mundo
Pueblos autoproclamados raza escogida del mundo
Yo soy de un pueblo ebrio de universalidad
Animado de comunión y que comparte el mundo
Mas no el único poseedor de la tierra
Y si quiero cantar, quiero llorar
Me hacen falta otras coplas otros hermanos
No sé si tendré con qué alimentar mi voz

sábado, 20 de julio de 2013

EL ALIADO DE AMARA


Algunos sitios donde se puede comprar el libro:
Sinopsis.
Ésta, es una historia con alas. Un bello relato lírico, lleno de fuerza y ternura, de lugares donde la vida diaria es un drama y a través de él, algunos humanos se contemplan. Se diría, que con este libro se puede viajar, conocer, aprender, y quizá, volar. Habla de sueños, de experiencias, de encuentros. Es un canto a la esperanza, al amor, a la amistad, a la vida. "El aliado de Amara", como su título sugiere, es una fuerza unánime, un mago alado, mas él no tiene boca, aunque él a veces habla... Su verbo susurra entre las flores, aletea en los cristales y deja su mensaje...
Los personajes, van y vienen por el sendero de memoria, y Amara, Berhan, o, Mariechu, Samuel y otros, dejan sus semblanzas, a través de las experiencias de una enfermera de una organización de carácter humanitario y global, que cuenta sus vivencias durante más de quince años en tierras de África.
Desde un punto de vista totalmente humano y personal, sin velos y sin trampas, Clarisa, transcribe su sentir y habla de aquellos que conoce, de aquello que ve por el camino, bajo tonos de poesía.
Una crónica clara, sencilla, que busca comprender los actos y sentimientos de esta "rareza humana".


Reseña
África sufre abatida por sus incontables guerras, el hambre, la pobreza… y en medio del caos se haya un grupo de enfermeras de vocación, que no sólo tratan las heridas del cuerpo sino que alivian las heridas del alma de aquellos que ya forman parte de su vida y, que sin saberlo, se convierten a su vez en sus sanadores.
Mediante las cartas y los recuerdos se va configurando una historia donde se suceden los personajes (soldados, niño, compañeros…) con nombre propio y con nombre con mayúsculas: La Tierra, la Lluvia, el Viento…  aunque los verdaderos protagonistas de este tierno relato no son tanto ellos, sino lo que se desprende de cada palabra, de cada frase y de cada verso.
Ambientada en tierras lejanas desprende sentimientos y emociones que se pueden aplicar a la realidad en la que desgraciadamente nos encontramos inmersos: la falta de conciencia moral de los gobernantes sobre los que gobiernan; no me malinterpretéis no tiene nada que ver con la política, es un bonito libro en prosa poética donde relata la historia de la fuerza de una palabra, de un hecho, que lejos de desvanecerse en el viento, es en él donde anida y se transmite siendo éste “el aliado” de un mensaje de esperanza rotundo y claro: “Haya paz!”. Este grito de esperanza encuentra su forma de expresión en un niño mutilado en la lucha, un pastor de cabras, el cual se crece ante la adversidad y se convierte en el mensajero de ese legado entre los distintos pueblos que visita uniendo su mensaje a su sueño de infantil de ver el mar.
Si al igual que dicen que “ la cara es el espejo del alma” es un libro el reflejo de su autor, nos encontramos ante una persona sensible y noble, con una gran potencial que al desarrollarlo y madurar en su pluma será una gran poetisa. Porque hay que ser muy sensible para genera grandes sentimientos e ideas y, tener una pluma muy madura para dejar la idea plasmada en palabras capaces de transmitir la fuerza que la generaron.
Lectura muy recomendable para almas sensible y todos aquellos lectores que saben leer más allá de las palabras.

http://joseaurelioguzmanmartinez.blogspot.com.es/2014/07/clarisa-tomas-campa-el-aliado-de-amara.html





lunes, 11 de febrero de 2013

VIDA PEQUEÑA

Esperando en la cola...


De mi tiempo en África, 
lo que más me impresionó
fueron las miradas de los niños,
los atardeceres de colores infinitos,
los días sin prisas, sin destino...
Clarisa T.

Vida pequeña


Dulce vida pequeña,
hoy te quiero cantar.
Tu mirada se lleva
la dolencia del mar...

He podido ver la tormenta en su fuego,
los rayos ardientes, estridentes gemidos;
No eran luchas de vientos ni fieras ni aullidos,
eran vivos dolores nacidos de las bocas.

Duele tu aliento arrastrado y vencido,
envenena mi sangre lo impasible del cosmos,
cuando tú solo eres un latir moribundo,
cuando en el ancho mar ya no caben más ríos...

Me perdí por los hielos que dejaron las sombras,
me aboqué al inmenso corredor de la muerte,
las llamas ardientes y el dolor sin salida,
derramaron presagios, esparcieron cenizas.

Duelen alas cortadas, duele vida pequeña,
el rastro que deja la injusticia del hombre...
Mientras tú solo eres un pequeño desnudo,
un quebranto que cae en las grietas del mundo.

Te miro despacio, mi alma se hiela...
Muero contigo, me quedo en tu huella.
Pequeñito sin nombre ahogado entre fronteras,
tu clamor sin cobijo... ¡Ay, dolorosas astillas de la Tierra!

Dulce vida pequeña,
hoy te quiero cantar.
Tu mirada se lleva
la dolencia del mar...

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Poema escrito por Clarisa Tomás. © All Rights Reserved.

🌱🌱🌱

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martes, 1 de enero de 2013

RECUÉRDAME



Poema publicado en el libro "El aliado de Amara". Ed. Círculo Rojo. (Nov. 2012).
Reconocimiento en la revista literaria en su "Espacio abierto".





Recuérdame

Recuérdame, amor, sin tiempo de olvido,
amor de recreos y párvulas notas;
de ríos de colores, árboles y rosas,
de azules pupitres y juegos de comba.

La luna renueva su color esta noche,
y la noche se inventa cuentos y estrellas.
Me subo al columpio que mecen tus brazos,
me vuelco en Perseo, me invita a su patio.

Recuérdame, amor, en horas sin retrasos,
sin luchas tribales, sin guerras ni hambrunas;
entre silencios hechos solo con dulzuras,
entre las tiernas flores de suelos alfombrados.

Recuérdame, amor, yo anido en tu cielo,
respiro en tu boca, me vuelco en tu pecho...
Y voy de puntillas velando tu dicha,
cerniendo en mis manos tu trigo dorado,
bordando mis dedos tu colcha divina.


***

Publicado en el libro: El aliado de Amara.
Clarisa Tomás Campa © All Rights Reserved.
(Descatalogado desde 2018). (Entrada Editada).


Reconocimiento en:

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Clarisa Tomás Campa © All Rights Reserved

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