miércoles, 5 de abril de 2017

LA VIDA AL DESNUDO

Jeannette Ayinkamiye, 17 años, agricultora y costurera.
Colina de Kinyinya (Maranyundo). Víctima del Genocidio de Rwuanda. Abril, 1994.
Autor: Raymond Depardon. Tomada del libro La vida al desnudo: Voces de Ruanda.

   Cuando se van a cumplir 23 años del genocidio ruandés, os traigo este libro sobre lo sucedido. Libro que relata la barbarie a través de algunas voces supervivientes, sin más pretensión por parte de su autor que la de escuchar a las víctimas para apaciguar su desasosiego. Darles voz, para compensarles, al menos, con su testimonio escrito, y que éste no caiga en el olvido.
Para mí, por circunstancias personales, el genocidio de Rwanda siempre tendrá un verso, una palabra desde mi corazón, a tal hecho inhumano. Por otro lado, este libro es singular, muy recomendable su lectura, para quienes se preguntan cuándo un hombre deja de serlo para convertirse en matarife de su propia sangre. (Aunque esa respuesta nadie sabe).

La vida al desnudo: Voces de Ruanda
Autor: Jean Hatzfeld
Ediciones Turpial (2005)
Traducción de María Teresa de los Ríos
Título original:
Dans le un de la vie.
Récits des marais rwandais.
París, 2000
Fotografías de Raymond Depardon

Introducción
Entre las once de la mañana del lunes 11 de abril y las dos de la tarde del sábado 14 de mayo de 1994, alrededor de 50.000 tutsis – de una población aproximada de 59.000 – fueron masacrados a machetazos, todos los días de la semana de nueve y media de la mañana a cuatro de la tarde, por milicianos y vecinos hutus en las colinas del municipio de Nyamata, en Ruanda.
Unos días antes, en la tarde del 6 de abril de 1994, el avión que llevaba a Kigali al presidente de la República de Ruanda, Juvénal Habbyarimana, hizo explosión cuando sobrevolaba el aeropuerto. El atentado marcó el comienzo de las matanzas de población tutsi que, planificadas desde hacía meses, se iniciaron al amanecer en las calles de la capital y se extendieron por todo el país.
   En la aldea de Nyamata, en el paisaje de colinas y pantanos de la región de Bugesera, las matanzas comenzaron en la calle mayor cuatro días después. Oleadas de tutsis buscaron muy pronto refugio en las iglesias o huyeron hacia los platanares, los pantanos y los bosques de eucaliptos. Los días 14, 15 y 16 de abril fueron asesinadas cinco mil personas en la iglesia de Nyamata – y otras tantas en la de N`tarama, poblado situado a una veintena de kilómetros – por milicianos, militares y la inmensa mayoría de los vecinos hutus. Ambas masacres inauguraron el genocidio en esta comarca árida de duro suelo arcilloso. Se prolongó hasta mediados de mayo. A lo largo de un mes, milicias de asesinos disciplinados y sobrios que entonaban canciones, armados con machetes, lanzas y mazas, acorralaron a los fugitivos y los persiguieron hasta el bosque de eucaliptos de Kayumba y los pantanos de papiro de Nyamwiza. Su diligencia les permitió matar a cinco de cada seis tutsis, proporción semejante a la registrada en el conjunto de aldeas ruandesas y muy superior a la de las ciudades.
   Durante varios años los supervivientes de las colinas de Nyamata, al igual que de otros lugares, han guardado un silencio tan enigmático como el que guardaron los supervivientes de los campos de concentración nazis tras su liberación. Para unos, explican, «la vida se rompió», para otros «se detuvo», otros piensan que «es necesario reanudarla»; pero todos admiten que entre ellos sólo hablan del genocidio.
Para explicar un silencio tan largo decían también, por ejemplo, que «se vieron empujados a la cuneta, como si estuvieran de más». O que «desconfiaban de los seres humanos» y que estaban demasiado desanimados, alejados, «derrumbados». Que se sintieron «incómodos» o incluso «culpables» por haber ocupado el lugar de un conocido o haber recuperado las costumbres de los vivos.
Un genocidio no es una guerra especialmente mortífera y cruel. Es un proyecto de exterminio. Al final de una guerra los supervivientes civiles sienten una intensa necesidad de ofrecer su testimonio; al final de un genocidio, por el contrario, los supervivientes aspiran extrañamente al silencio. Su hermetismo resulta perturbador.
Llevará mucho tiempo escribir la historia del genocidio ruandés. Pero el objetivo del presente libro no es sumarse al cúmulo de investigaciones, documentos o novelas – a veces excelentes – ya publicados, sino únicamente dar a conocer estos asombrosos relatos de supervivientes.
   Un genocidio es – resumiendo la definición de una de las entrevistadas – una empresa inhumana imaginada por seres humanos, demasiado enloquecida y demasiado metódica para resultar comprensible. El relato de la huida a través de los pantanos de Claudine, Odette, Jean-Baptiste, Christine y sus vecinos; la narración, a menudo dura y magníficamente expresada, de sus acampadas nocturnas, de su desgracia, humillación y posterior apartamiento; sus reservas hacia los otros, sus obsesiones, sus complicidades y el escrutinio de sus recuerdos; sus reflexiones de supervivientes, pero también de campesinos africanos, nos acercan cuanto es posible a esa comprensión.
JEAN HATZFELD


AMANECER EN NYAMATA . (Fragmento).

Jeannette Ayinkamiye, 17 años, agricultora y costurera, Colina de Kinyinya (Maranyundo).

   Nací entre siete hermanos y dos hermanas. A papá lo tajaron el primer día, pero nunca supimos dónde. A mis hermanos los mataron poco después. Con mamá y mis hermanas pequeñas conseguimos huir hasta los pantanos. Aguantamos un mes bajo los enramados del papiro, casi sin ver ni oír nada del mundo.
Los días los pasábamos echados en el barro rodeados de serpientes y mosquitos, para protegernos de los ataques de los interahamwe. Por la noche vagábamos entre las casas abandonadas para buscar qué comer en las parcelas. Comíamos lo que encontrábamos, así que había muchos casos de diarrea; pero, por suerte, las enfermedades corrientes como la malaria y las fiebres de las lluvias parecían respetarnos por una vez. No sabíamos nada del exterior, salvo que los tutsis estaban siendo masacrados en todos los municipios y que todos moriríamos en poco tiempo.
   Teníamos la costumbre de escondernos en pequeños grupos. Un día los interahamwe descubrieron a mamá debajo de los papiros. Mamá se levantó y les ofreció dinero para que la mataran de un solo machetazo. La desnudaron para quitarle el dinero anudado a su pareo. Le cortaron primero los brazos y luego las piernas. Mamá murmuraba: «Santa Cecilia, Santa Cecilia», pero no suplicaba.
   Este pensamiento me entristece. Pero me pone igual de triste recordarlo en voz alta que en voz silenciosa, por eso no me molesta contárselo a usted.
   Mis dos hermanas pequeñas lo vieron todo porque estaban echadas al lado de mamá; a ellas también las golpearon. A Vanessa la hirieron en los tobillos, a Marie-Claire en la cabeza. Los matarifes no las despedazaron. Quizá porque tenían prisa, quizá lo hicieron a propósito, como con mamá. Yo sólo oí ruidos y gritos porque estaba disimulada en un hoyo un poco más lejos. Cuando los interahamwe se fueron salí y le di agua a mamá.

   Mamá permaneció tendida durante tres días hasta que finalmente murió. Al segundo día sólo podía susurrar: «Adiós, hijas» y pedir agua, pero seguía sin conseguir marcharse. Veía que para ella todo había acabado. Comprendía también que para ciertas personas que estaban abandonadas de todo y para quienes el sufrimiento se convertía en la última compañía, la muerte debeía de ser un trabajo demasiado largo y muy inútil. Al tercer día ya no podía tragar, sólo gemir en voz baja y mirar. Nunca cerró los ojos. Se llamaba Agnès Nyirabuguzi. En kinya-ruanda, Nyirabuguzi significa «la que es fecunda».
.......................
«A menudo lamento el tiempo malgastado en pensar en este mal. Me digo que el miedo nos roba el tiempo que la suerte nos ha reservado. Me repito, bromeando conmigo misma: «Bueno, si todavía hay alguien que quiera tajarme, que vaya a buscar su machete; después de todo no soy más que una persona superviviente, así que matará a alguien que debería estar muerto», y me divierto con esa fantasía.
Porque si uno se entretiene mucho con el miedo al genocida, pierde la esperanza. Pierde lo que ha conseguido salvar de la vida. Se arriesga a contaminarse con otra locura. Cuando pienso en el genocidio, en momentos de tranquilidad, reflexiono para saber dónde colocarlo dentro de la existencia, pero no encuentro ningún ligar. Quiero decir simplemente que no es humano».
Nyamata, abril de 2000.


Gracias, lectores. 🙏 "Haya paz".
Merci beaucoup à tous!

domingo, 5 de marzo de 2017

NO DESPERTÉIS JAMÁS A LA SERPIENTE

Imagen: "Remando al viento" (Rowing with the wind) del director Gonzalo Suárez, 1988.
Ganadora de 6 premios Goya, incluyendo Mejor Director y Fotografía.
Film basado en los personajes reales de Lord Byron, Mary Shelley y Percy Shelley.


No despertéis jamás a la serpiente

"No despertéis jamás a la serpiente,
por miedo a que ella ignore su camino;
dejad que se deslice mientras duerme
sumida en la honda yerba de los prados.
Que ni una abeja la oiga al arrastrarse,
que ni una mosca efímera resurja
de su sueño, acunada en la campánula,
ni las estrellas, cuando se escabulla
silente entre la yerba, escurridiza".


WAKE THE SERPENT NOT

«Wake the serpent not – lest he
Should not know the way to go, –
Let him crawl which yet lies seleeping
Through the deep grass of the meadow!
Not a bee shall hear him creeping,
Not a way-fly shall awaken
From its cradling blue-bell shaken,
Not the starlight as he's sliding
Through the grass with silent gliding». (1819)



Del libro: "No despertéis a la serpiente"

Autor: Percy Bysshe Shelley
Escritor, ensayista y poeta romántico inglés. Nace el 4 de agosto de 1792 en Field Place, Sussex, muere el 8 de julio de 1822 en Lerici, Italia.
Traducción prólogo y notas de Juan Abeleira y Alejandro Valero.
Antología poética
Poesía Hiperión, primera edición española: 1991. 5ª edición: 2011.

   Os dejo aquí este enigmático y hermoso poema de Shelley, con el cual nos sorprendió un día, nuestra profesora de inglés y que le agradecí, porque si hay algo en lo que casi todos estamos de acuerdo, respecto de la poesía, es en todo lo que pierde, a veces, hasta los significados, al ser traducida. En este caso, la traducción es de lo mejor que se ha traducido del autor (según algunos entendidos).
   Por lo que se entrevé, su tema no es otro que el leve tránsito desde la vida a la muerte: una serpiente dormida se desliza bajo la yerba de los prados hacia algún lugar desconocido; nadie debe despertarla de su letargo. Así, la naturaleza, lejos de desequilibrarse, seguirá imperturbable completando su círculo eterno, como si nada sucediese. Shelley fue apodado por sus amigos com "The Serpent" , observamos, que el texto cobra entonces un valor especial.

   Shelley, en contraposición a sus maestros líricos, su percepción de la naturaleza fue marcadamente científica. En muchos de sus poemas se aprecian descripciones más propias de un naturalista que de un poeta. Quizá ese deslumbramiento científico agudizo su obstinado ateísmo y su angustia ante el vacío de de la muerte.
   El dios de Shelley, a quien intentó nombrar con diversos conceptos (Belleza, Poder, aliento, Espíritu, Amor, Origen) no es el dios cristiano, todopoderoso, ajeno a nuestra miseria, sino una fuerza creadora-destructora que modela los seres y las cosas siguiendo unas leyes inescrutables.
Sin embargo, fiel a su carácter neoplatónico, vivió en contradicción permanente, debatiéndose entre el amor a su poderoso ego (o su necesidad de amor) y la experiencia real de las personas a las que afirmó amar.
   Defensor de la unión libre, sincero partidario de la liberalización femenina, Shelley ve en la Mujer a otra mitad suya imprescindible para realizar sus aspiraciones, para alcanzar lo eterno, por encima de todo, como presencia palpable del Amor que es. 
   Y en verdad todo es Uno (sabia máxima filosófica), pensamiento, poesía, cuerpo, espíritu, aliento de la naturaleza, origen, poder, libertad, amor, mujer. Lo importante es fundir todas esas voces aparentemente distintas en un solo eco atronador que nos despierte al mundo.
Shelley, como casi todos nosotros, necesitaba descubrirlo por sí mismo, palparlo con urgencia en su propia carne.

🌸🌸🌸

Clarisa Tomás Campa.  © All Rights Reserved.

Gracias por vuestra compañía, lectores.
C'était un plaisir!

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

sábado, 28 de enero de 2017

EL TIEMPO PINTADO

Óleo del artista francés Paul Cézanne (1839-1906). "Montagne Sainte-Victoire" (1895).

Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.
La lluvia
ha borrado mis acuarelas,
pero sigo pintando en ti
y en los recuerdos...
Estoy llena
de vivos sentimientos.
Desde mi orilla.

El tiempo pintado

Cuando acariciaba flores,
 veía tierra sudorosa y grama.
Cuando lavaba sombras,
descubría pequeños brotes de sonrisas
a punto de ser sazón.
Cuando buscaba alondras,
las nubes encogían precipitadamente
y se volvían espejos luminosos,
ventanales donde mirar ausencias.
Cuando pintaba, solo me nacían montañas,
las montañas salían de mí y llenaban mi casa...

Pinté montañas tristes y arrugadas
con el carmín grosella de mi madre,
y ella las guardó en su regazo mucho tiempo,
decía que eran iguales que su tierra...
En la pared más vieja de la casa
dibujé una montaña temblorosa,
que se hacía elástica y graciosa
como una montaña recién salida de su cuna.
Mis hermanos la llamaban “monperroña”,
porque en las noches ladraba
y asustaba a los sueños...
El día que nos fuimos de allí,
la recuerdo aullando en el balcón...

Pintando, pintando, encontré unos zapatos
llenos de mundos por pincelar y, con ellos me estampé
en todos los muros que no pude saltar,
donde perdí el miedo y gané en audacia...
Le agradezco a los días sus ojos abiertos
que miraban por mí, despertaban en mí...
Nada es mejor que la vida despierta:
¡despertar y vivir!

Y en todas las migraciones mías,
encontré senderos fuera de sus órbitas
despegados de sus mechones
que vagaban con ilusión...
Una estrella habladora por aquí;
un planeta sin nombre por allá;
un cometa inquieto dando vueltas,
ráfagas de luces en espiral...

Ahora que ya no pinto montañas,
me nacen abedules y pájaros azules,
pinceladas agrestes sobre este corazón
que a ratos se emborrona...

Y siempre en mi deambular,
algún secreto se dejó descubrir
abriéndome los ojos de par en par.
Alguno vino a mí con mano generosa,
acarició mi pelo y me hizo un guiño,
y me quitó mi blusa de ignorancias.

*****
Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.

*****

Porque estamos llenos de vivos sentimientos...

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

jueves, 22 de diciembre de 2016

EN LA PUERTA

En mi portal. #Infancia

Hay infancias que duelen
como tejados sin estrellas.
Pero más duele la indiferencia,
la desgracia invisible.

En la puerta

Aquí, en la puerta,
esperando
a que se abra la jaula
y vuele la vida.
Aquí, apretando
ternuras,
aireando tristezas.
Ocupando
los sueños fugaces
en subir a los bordes
y tocar las arpas versátiles,
y cambiar lo que duele en penumbra
por una pequeña sonrisa.

Aquí, inventando
cielos bondadosos
con sus pormenores:
mi casa en el árbol,
mis pies en las nubes.
Y abrir los rincones
al sol de mañana,
y tender mi jardín
en las blondas sutiles,
y encalar las palabras
que lloran a solas.

Aquí, en la puerta,
esperando
alcanzar un reflejo
que busque un espejo
y quiera quedarse.
Esperando a que pase de cerca
un antojo de vida,
y mire mi rostro
con todos sus ojos,
comprenda mi espera,
se apiade de mí.

🌸🌸🌸

Del libro (inédito) : Memoria refugiada, por Clarisa T.

Con este poema, os deseo el mejor de los años para este 2017 que está a la vuelta. Os dejo aquí mi sincero afecto, por todo lo bueno que he recibido de cada lector que me leyó y me lee. Vuestra compañía ha sido y es fundamental, en esta travesía literaria que inicié hace casi cuatro años. 
¡Gracias!
Deseo que vuestra vida sea próspera, enriquecida con todas las cosas buenas que aún os llegarán. Que seáis la esperanza para quienes esperan de vosotros esos momentos de plenitud, que sintáis el lado dulce del despertar, (al menos, de vez en cuando y, con buen humor). Que tengáis los ojos abiertos al porvenir y cada cual encuentre lo que anda buscando, entre su propia música.
Yo, ¿os cuento un secreto?: lo encontré. Pero siempre queda algún temor... Espero que nunca me ciegue la maldita indiferencia.
¡Y  qué bueno es cuando la vida nos toca por dentro! Valoro la música del silencio, del silencio interior...
¡Feliz 2017! ¡Haya paz!

Clarisa Tomás Campa.  © All Rights Reserved.

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

jueves, 15 de diciembre de 2016

UN REGALO

Os propongo un encuentro literario a través de este portal. Entre algunas imágenes relacionadas con mis vivencias, os ofrezco, de nuevo, mi segundo libro publicado. Poesía escrita desde mis impresiones para dejar mi mensaje de tierra. Palabras que vinieron a mí como cauces y saciaron muchos sentimientos, también me hicieron crecer y ver cuántos de ellos pasan sin ser contemplados...
Apropiado, creo, para leer en cualquier momento o para regalar a los apreciados. (Sólo es sugerencia). 
Si os resultan tres minutos agradables, yo, tan feliz.
Al fin, esto es sólo un ensayo: "el esbozo de un camino", como dijo Hesse. 


Clarisa Tomás Campa. © All Rights Reserved.


Entre dos tierras, está disponible en amazon:




Aquí en este espacio, que es el vuestro, os invito a que leáis también mis libros y difundáis mi pequeño aporte literario a través del regalo del mismo. 

Espero que algunos os animéis y regaléis algún ejemplar de Entre dos tierras junto a los buenos deseos de que el año 2017 que se acerca, sea mejor para todos. La belleza, a pesar de todo no ha muerto, en cualquier parte está anhelando una mirada...

Para mí no ha sido un mal año, nada comparable con la trágica realidad. Dentro de tanta cosa mala, procuro ser positiva y buscar los motivos en las imágenes que tengo más a mano, y mirar bien.  Leer un libro, puede ser una de ellas, o escribirlo...

https://www.amazon.es/Entre-dos-tierras-Clarisa-Tom%C3%A1s/dp/8416611378

https://www.puntorojolibros.com/entre-dos-tierras.htm

FERIA DEL LIBRO DE ALICANTE 2016.
Entre libros: "El aliado de Amara" y "Entre dos tierras".
Autor: Clarisa Tomás-Campa.

Gracias a todos los que me leéis, vuestra lectura es un regalo que recibo con ánimo y con los brazos abiertos. Os deseo lo mejor a cada uno de vosotros, porque estoy segura de que todo lo bueno os merecéis. Yo, aquí os dejo un trocito de mí... (Sé que algunos habéis notado que publiqué esta entrada y al poco tiempo la cerré al público, de nuevo la dejo abierta y perdonad mis dudas).
¡Feliz lectura!

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL DURMIENTE DEL VALLE

Rimbaud a la edad de 17 años, fotografiado por Carjat (1871)

"Par les soirs bleus d'été, j'irai dans les sentiers,
Picoté par les blés, fouler l'herbe menue:
Rêveur, j'en sentirai la fraîcheur à mes pieds.
Je laisserai  le vent baigner ma tête nue".
Sensation. (Mars 1870)


Libro: Poesía (1869-1871)
Edición bilingüe: Introducción y notas de Carlos Barbáchano.
Alianza Editorial
#Literatura


El durmiente del valle

Poema (soneto contra la guerra) de Arthur Rimbaud

« Hay un claro del bosque donde canta un río
que engancha locamente a las yerbas harapos
de plata; donde el sol, desde el monte orgulloso,
brilla: un pequeño valle que rayos espuma.

Un joven soldado, con la boca abierta, la cabeza al aire,
y la nuca bañada por el azulado y fresco berro,
duerme; está tumbado en la yerba, bajo la nube,
pálido en su verde lecho sobre el que llora la luz.

Duerme, con los pies entre los gladiolos. Sueña,
sonriendo como sonreiría un niño enfermo:
Naturaleza, acúnalo cálidamente: tiene frío.

Los perfumes no estremecen su nariz;
duerme al sol, con la mano sobre el pecho
inmóvil. Tiene dos orificios rojos en el costado derecho.»


Le Dormeur du val
C'est un trou de verdure où chante une rivière
Accrochant follement aux herbes des haillons
D'argent; où le soleil, de la montagne fière,
Luit: c'est un petit val qui mousse de rayons.

Un soldat jeune, bouche ouverte, tête nue,
Et la nuque baignant dans le frais cresson bleu,
Dort; il est étendu dans l'herbe, sous la nue,
Pâle dans son lit vert où la lumière pleut.

Les pieds dan les glaïeuls, il dort. Souriant comme
Sourirait un enfant malade, il fait un somme:
Nature, berce-le chaudement: il a froid.

Les parfums en font pas frissonner sa narine;
Il dort dans le soleil, la main sur sa poitrine
Tranquile. Il a deux trous rouges au côte droit.
(Octobre 1870)
💚💝💙💜💛

La magia de su lenguaje y sus imágenes.
Cuando lo normal hubiera sido que el soldado descansara apaciblemente en medio de un esplendoroso día, Rimbaud nos recuerda la estupidez y el absurdo de la condición humana. Pocos testimonios poéticos contra la guerra que alcancen la fuerza expresiva de estos pocos y magistrales versos.
Su corazón ha dejado de latir. La inmovilidad de su cuerpo en violento contraste con la explosión de vida que rodea el cadáver.

Rimbaud, convertido en poeta demiúrgico, hará – como casi todo artista moderno – de la poesía una religión. Su intento fue el de «cambiar la vida» por mediación del verbo poético. Así será considerado por algunos como Roland Barthes como el primer poeta moderno y no Baudelaire.
En su carta a Demeny, convencido, le confiesa: « la poesía ya no pondrá ritmo a la acción; estará por delante».

Un poeta de gran pureza, que luchó a lo largo de toda su trayectoria contra la cultura cristiana, contra la nueva moral que el cristianismo impuso en la tierra. Léase su obra, compréndase su drama, su desgarrada lucha – en la cual perecería – contra los pilares de la sociedad burguesa.

Pero nadie puede negar hoy en día que, hace poco más de un siglo, un adolescente, casi un niño pero también casi un hombre, Jean-Arthur Rimbaud, renovaba, a través de la lengua francesa, gran parte del lenguaje poético occidental. Para algunos, en una supuesta intraducibilidad, pero aunque sí es dificilísimo, sin embargo, como dice Carlos Barbáchano en su introducción: es traducible porque la mejor biografía que sobre él se puede escribir se encuentra en su propia obra: «en su ascendente poesía llena de significados».

Para mí, no hay cosa más triste en la vida que cuando los hombres empiezan a "guerrear". En ese momento, todo se pierde... Quizá la poesía, la música, el arte, sí llegan y alcanzan...


Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!

domingo, 9 de octubre de 2016

LAS MONTAÑAS DE BUDA


"Aprender a vivir es
aprender a desprenderse".
Sogyal Rimpoché,
El libro tibetano de la vida
y la muerte.

Invitación a lecturas.
Libro: Las montañas de Buda
Autor: Javier Moro
Páginas: 273
Ilustración: Javier Masero
Ed. Círculo de Lectores, 1997 (Por cortesía de Ed. Seix Barral, 1997)

Libro al que vuelvo de vez en cuando, cuando no quiero olvidar los males de la “invasión”, con todas sus crueldades y que parecen eternos...

Las montañas de Buda narra el periplo de Kinsom y Yandol, dos monjas budistas de quince y diecinueve años condenadas a la terrible cárcel de Gutsa por cantar en público consignas independentistas.
Su historia es la historia de los juicios sin garantías y las torturas escalofriantes; el drama que, tras cuatro décadas de represión, sigue acechando a los miles de tibetanos que sueñan con la libertad y no acatan la doctrina de la República Popular China.
Novela que también es denuncia, en la que Javier Moro a través de esta hermosa historia, va reconstruyendo la historia verídica y silenciosa de dos jóvenes que mantienen encendida la llama de la fe y la dignidad de un pueblo milenario.

CAPÍTULO III
DÍAS DE LUNA Y DE VIENTO
(Fragmento) de libro: Las montañas de Buda.

(…) « En 1993 había siete millones y medio de chinos por seis millones de tibetanos. Una invasión demográfica que resulta cada día más catastrófica para el Tíbet. Hordas de chinos inmigran al país de las nieves siguiendo las consignas de los jerifaltes del partido comunista. Para que olviden los prejuicios de que el Tíbet es un desierto helado poblado de salvajes se les ofrecen jugosos incentivos: tres y cuatro veces el salario que ganan en China, créditos sin interés, alojamiento garantizado, abundantes permisos y vacaciones y hasta una especie de « subvención para respirar», un incentivo que compensa el hecho de que el Tíbet esté a cuatro mil metros de altura. Bosques enteros son talados para construir asentamientos chinos; bloques de cinco y seis pisos con luz y agua corriente surgen en todas las ciudades desfigurando el paisaje. Los barrios tibetanos disponen de electricidad sólo durante tres o cuatro horas, y eso a condición de que haya barrios chinos en la proximidad. De no ser así, no hay luz. Los inmigrantes se quedan con los negocios tradicionales tibetanos, como los restaurantes, las sastrerías, la construcción y las carpinterías. Así crece el número de mendigos. Uno de los efectos perniciosos de todo este proceso es que los tibetanos empiezan a dudar de su propia cultura, y en ocasiones hasta se avergüenzan de ella.

Esta invasión va acompañada de una política de genocidio sistemático. Nadie escapa a la inhumanidad de las medidas de control de natalidad, reforzadas desde un  informe de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai en 1989 aconsejó crear una fuerza especial de policía para practicar abortos en mujeres pertenecientes a minorías nacionales con una población de más de quinientas mil personas. Equipos sanitarios recorren el país de las nieves para hacer cumplir la ley. A esos equipos se les ofrecen incentivos económicos para realizar el mayor número posible de esterilizaciones y abortos. Hay testigos de escenas atroces en las que grupos de mujeres, incluso niñas de trece y catorce años, son llevadas a la fuerza en camiones hacia una clínica. En las zonas más apartadas, donde no hay hospitales, equipos de médicos y enfermeras chinos circulan en jeeps, seguidos por una camioneta que transporta el material. Parten en viajes de tres o cuatro meses y van de pueblo en pueblo buscando mujeres embarazadas de un tercer o cuarto hijo, a veces de un segundo. Al final de cada viaje, llegan a asumir unos dos mil casos. Los informes que denunciaban la realización de abortos forzados en mujeres en gestación avanzada fueron confirmados cuando aparecieron fetos de tres, cuatro y cinco meses en cubos de basura del hospital de Chamdo. El proceso ha llegado aún más lejos, hasta el aniquilamiento de recién nacidos de familias que ya cuentan con dos hijos. La madre da a luz, oye el llanto de su bebé y, una vez relajada y despierta, se entera de que su vástago ha muerto durante el parto. Una doctora tibetana ha confirmado que bebés sanos, bien formados, son sumergidos en cubos de agua y ahogados nada más nacer. «Las madres pierden la cabeza», agregó. Un médico chino, entrevistado por un comité investigador de derechos humanos, admitió que se vio forzado a matar a recién nacidos para cumplir su cuota de abortos. De lo contrario, hubiera perdido el plus económico fijado por tal actividad y se hubiera visto relegado profesionalmente. Para los tibetanos, que viven intensamente su fe budista, en la que acabar con cualquier tipo de vida constituye una terrible transgresión, el efecto de las medidas de control de natalidad es traumático y devastador.»

Un anciano cantaba:
...Nunca olvidaré el rostro de mis padres.
¡Oh, Joya de Sabiduría!
Mi país no lo han vendido, lo han robado...

🌸🌸🌸

Clarisa Tomás Campa.  © All Rights Reserved.

Gracias, lectores. 🙏
Merci beaucoup à tous!