Soltó mi mano
en el inicio de un día azul
cuando brillaban las margaritas,
el silencio ululaba en el patio
de los breves comienzos.
por un ínfimo instante
mientras la espina se desprendía...
Las abejas de la miel
han hecho su remanso
donde los sueños crédulos
liban las piedras del río.
¡Aún queda ingenuidad
Abierto está el umbral
de los huesos pelados,
la luna, algunas noches,
suavemente los lava
con su blanca luz inmortal.
Pensé que estaba solo
en el margen infinito del olvido,
pero a mi lado derecho,
miles de jóvenes corderos
balaban a las estrellas sus canciones.
con los frescos recuerdos invernales.
Pensé que yo era menos
que el pequeño grano de mostaza bíblico,
apenas una letra sin raíz en el libro de los nombres.
Pero frente a mí, muchas letras rotas
en hileras peregrinas, sin mano que las sostuviera.
Comprendí que no era el único.
Las redes que pescan
ante el sol de la inagotable inteligencia,
están repletas de manos perdidas
en el gran cosmos-vida donde todo se diluye...
El cisne creador elevó su vuelo
y soltó mi mano
cuando la espina se desprendía...
Soltó mi mano al inicio de un día...
Desprendido quedé en la gran línea roja
al cobijo de una pluma en el viento.
Cae abundante la nieve
sobre las huellas vacías de noviembre
y otras manos, ¡muchas manos!,
queriendo arrancarle espinas a los cielos
se alzan junto las mías...